
Abres cualquier red social y están plagadas de pseudo opiniones elevadas a la categoría del summum, dan la sensación de haber sido emitidas por eminencias no sé sabe en qué ni de qué. Un fenómeno, a mi parecer, sin pies ni cabeza.
Lo es porque todo ese discurso, narrativa dicen hoy en día, sólo es un montón de palabras grandilocuentes muy bien hiladas, eso sí, carentes de contenido.
Esto en el mejor de los casos.
La mayoría de las veces el relato, denominación que reciben ahora las opiniones, es una sarta de agresiones verbales que si las pronunciásemos en casa nuestra madre nos lavaría la boca con jabón, fijo.
Para que todo este desatino triunfe no sirve con llegar y soltar lo que a uno le parece, hay que tener detrás una caterva de fanáticos adoradores que aún no entendiendo nada jalean cualquier estornudo hasta hacerlo viral.
Estos hooligans siguen a su mesías sin pensar en responsabilidad alguna, ya que su líder a lo más que llega es a quitarse el mochuelo de encima culpabilizando a alguien de todas sus frustraciones cuando las cosas se tuercen haciendo ver a los suyos que es una víctima del sistema.
Es mentar la palabra sistema y los ofendiditos aguzan las orejas. Lo hacen porque a muchos de ellos se les cae el chiringuito que han creado a golpe de tuit, de fotito en Instagram y demás redes sociales. Es en este medio donde llevan tiempo intentando imponer (terrible verbo) su moral de Maricomplejines.
Los ofendiditos no son más que unos acomplejados que pretenden imponer (otra vez el maldito verbo) todas y cada una de sus carencias emocionales de tal suerte que todo Dios tenga que ser a su imagen y semejanza, asumiendo como propias sus carestías. Son, por si no te has dado cuenta unos dictadores de manual.
Sí, dictador es una palabra que huele y suena terrible. Aún más si la mezclamos con conceptos como ética y moral ya que el resultado final es la falta total y absoluta de libertad.
Llegado a este punto toca preguntarse si en este país vivimos en una democracia plena. El papel lo aguanta todo, sobre el mismo nadie negaría que España es demócrata. ¿Lo es?
No es necesario escarbar mucho para darnos cuenta que hace tiempo vivimos en la dictadura de unos cuantos que tratan de imponernos (de nuevo el odioso verbo) sus pensamientos, su moral, su ética a través de las redes sociales, apoyándose en un nutrido grupo de fanáticos que les jalean de un modo incondicional.
Estos mesías y sus aplaudidores están moviendo los cimientos de la educación de nuestros hijos y el cuidado de nuestros mayores, hacen malabarismos con la violencia doméstica y la guerra de sexos, buscan el enfrentamiento en y con el colectivo LGTBI, nos enzarzan con la xenofobia, enredan con la ecología,… Ellos y sus formas torticeras están fracturando a la sociedad en, por y para su beneficio.
Es tiempo de abrir los ojos para detenerles.
Galiana
Recuerda, puedes escuchar la versión en podcast en el canal Galianaescritora de Telegram
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El problema es que buscamos cómo llenar vacíos…demasiados cantos de sirenas, demasiado odio flota en la red…mejor un libro, mejor un verso…mejor versos al vacío….besos al vacío desde el vacío
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Malos tiempos para la sinceridad
Gracias por el comentario
😊😊😊
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