No te pareció suficiente el enigma de la luna, la fuerza de la tormenta y la calidez del sol. Quisiste añadir una mirada felina, una piel de seda y un corazón salvaje. Te pedí que lo mezclaras ligeramente, pero tu orgullo te hizo agitarlo con furia y desesperación. Nos emborrachamos con todo ello sin pensar en las consecuencias. A día de hoy nos domina la sinrazón.
Galiana