La Declaración de la Renta del Presidente del Gobierno, ésa que se suponía iba a calmar las aguas turbias no solo en el PP sino entre la ciudadanía, ha resultado ser gasolina para un fuego ya de por sí avivado por la corrupción.
No entendemos bien si es que los asesores económicos de Rajoy son sus enemigos o es que el Presidente vive en bambilandia y realmente es tan cándido e inocente como nos quiere hacer creer. Quienes le han alentado a mostrar públicamente su Declaración como un ejemplo de transparencia, a sabiendas de los ingresos que en ella constan no coincide con lo declarado al Congreso, nos da que pensar que quien más, quien menos está cavando la tumba de un Presidente más que muerto políticamente.
Los ciudadanos de a pie, viendo las cuentas del PP y las de Rajoy nos planteamos algunas cuestiones que nadie va a venir a dilucidar. De un lado por mucha subvención, donación privada, cuota de socio y demás, los ingresos que tiene el PP nos dejan ojipláticos cuanto menos; y, como tenemos mentes muy mal pensadas, hasta justificamos los esfuerzos que debió hacer el pobre Bárcenas para tener que llevar una contabilidad en B para ordenar tanto dislate. Por mucho que nos empeñemos nos cuesta hacer un ejercicio de inocencia descomunal para pensar que tanto ingreso es totalmente legal y que las cuentas del partido que nos gobierna apostando por la austeridad como marca de la casa son las que son.
Admitiendo que el PP tiene unas cuentas saneadas con unos ingresos perfectamente acomodados a la legalidad, el espíritu de San Valentín que nos hace ver todo color de rosa, lo que nos llama la atención es cómo Rajoy, tan de la cofradía del puño cerrado como nos exige ser a los españolitos de a pie, en plena crisis económica se sube el sueldo un 27% como quien no quiere la cosa. Esto de que quien nos asfixia a recortes, quien no ha sido capaz de cumplir ni una sola de sus propuestas, quien ha hecho que disminuya nuestro poder adquisitivo a niveles que pocos recordaban y lo que nos queda, quien le quita todas las ayudas a los dependientes, juega descaradamente con las pensiones, y además resulta que tiene como máxima eso de “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”.
La publicación de la Declaración de la Renta de Rajoy en la coyuntura en la cual se nos ha mostrado no habla precisamente de la transparencia del Presidente del Gobierno, y eso jaleado con el ruido que desde dentro del PP hacen algunos dirigentes al recomendar al resto de líderes de las diferentes formaciones políticas que hagan lo propio suena a “venga, vamos todos a enredar aún más la cosas en lugar de aportar soluciones”. Ahora que ya puestos a enredar hagámoslo por todo lo alto, es lo que han debido pensar los Sindicatos que están por la labor de publicar sus cuentas para que nadie les acuse de lo que todavía no se les ha acusado.
En este orden de cosas llegamos a la conclusión que aquí los únicos transparentes, y sin poner la mano en el fuego, somos los curritos que declaramos religiosamente nuestros ingresos, aunque más de uno todos los años busquemos afanosamente la casilla del dinero B y solo nos encontremos con la de la Iglesia, que ya nos vale dar parte de nuestros impuestos a quienes no pagan los suyos.
Galiana