Esperanza Aguirre siempre ha tenido el don de la oportunidad porque ella eso de pasar desapercibida no es algo que sepa hacer; no dudamos que con su dimisión, por motivos personales, asegurando que supuestamente está curada de cáncer da para ser el centro de atención, hoy, mañana, pasado y veremos si cuando llegue el próximo verano no seguimos hablando de Aguirre a cuatro columnas.
El haber hecho coincidir su dimisión el mismo día que el líder de los socialistas concede una entrevista a la Tv pública es algo que ha calculado estratégicamente pues a ella le gusta asegurarse que es la novia en la boda y el niño en el bautizo que cantara Cecilia.
La verdad es que Esperanza siempre ha despertado más pasión que Rubalcaba, con lo que él ha sido, pero tampoco tiene tanto mérito desmerecer al hombre que tenía los cuchillos siempre afilados y que desde que se convirtió en su líder ha abrazado la fe del mutismo como estrategia para hacer oposición, en un momento donde pisar la calle y gritar es lo necesario y el silencio es jugar a especular con el resultado.
Sin habernos repuesto del show simplista y vergonzante que nos ofreció el Presidente del Gobierno la Tv pública ha decidido, en vista de la acusación que pesa sobre ella de falta de pluralismo político, competir con el resto de cadenas generalistas con una entrevista al líder del mayor partido en la oposición.
Desde este espacio hemos intentado encontrar un motivo para justificar la presencia de Rubalcaba en el medio público y lamentablemente no lo hemos encontrado. No consideramos que el silencio sea causa para argumentar su presencia en la Tv pública.
Nos preguntamos donde queda el Rubalcaba de antaño, ese hombre que manejó como nadie “la fontanería” del PSOE durante años, ese político que con un enorme despliegue de oratoria desarmaba a cualquier mindundi que osara retarle en la tribuna de oradores del Congreso, ese político que se enfrentaba a los medios de comunicación con seguridad y dejando mil titulares.
No vamos a ocultar que Rubalcaba siempre nos ha parecido un político de retaguardia y que como líder del PSOE nunca ha sido santo de nuestra devoción, pero es que en estos meses que lleva ejerciendo “The Boss” no ha dado muestra de estar a la altura del cargo que ostenta por mucho que Elena Valenciano nos venda el producto y eso que la pobre hace lo que puede o lo que le dejan hacer.
El análisis de la entrevista da para lo que da, porque realmente los socialistas siguen mirándose el ombligo; siguen metidos en una dinámica, aprendida del PP, de esperar que el Gobierno se desgaste y salga por patas para volver al poder más por deméritos que por méritos propios.
No se puede salir en la Tv pública presentándose como si fuera un debate electoral, vendiendo humo y demagogia de la barata con un discurso cansino al oído con el manejo del arte de la oratoria que tan bien domina, para decir mucho sin decir nada. Que Rubalcaba delante de los periodistas se trajera la lección aprendida era lo esperado, lo contrario hubiera sido el suicidio político. Aunque, a decir verdad, el PSOE practica la inmolación desde que perdiera las elecciones.
Para la despedida, y tras comprobar que Rubalcaba sigue siendo fiel a su estilo de viejo profesor intentando emular al siempre grande Tierno Galván, nuestras últimas palabras son para desearle buena suerte en su nueva andadura a Esperanza Aguirre.
Galiana
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