Añoramos los tiempos en los que los turistas venían a España para asistir a un espectáculo flamenco, una corrida de toros y una jornada de sol y playa. Hemos acabado con todo eso de un plumazo y queriendo ser más modernos que nadie lo hemos cambiado por hacer que el personal quiera venir para ver si forma parte de una de las mil tramas de corruptela que tanto reportan a quienes se dedican a ellas cobijados bajo la bandera de ocupar un cargo público o estar emparentado con la realeza.
La verdad es que miremos por donde miremos la corrupción está en todas partes y no precisamente asomando tímidamente por los rincones lo hace a todo color en plan “star” con alfombra roja y Photocall incluido.
La condena de Jaume Matas no es ni la punta del iceberg de lo que está por venir porque puede que trabajo en otros sectores no tengamos, que no lo tenemos, pero en los tribunales de justicia los jueces no dan abasto con tanto político y personaje de cierta relevancia que creyéndose por encima del bien y del mal abraza la corrupción como forma de hacer política, negocios y demás como si la prevaricación, la estafa, la evasión fiscal y demás delitos no estuvieran contemplados en “su especialísimo” Código Penal.
Seamos sinceros da lo mismo el nombre que tenga el condenado, da lo mismo el partido al que pertenezca, con quien esté emparentado, lo cierto es que la imagen de España fuera de nuestras fronteras está siendo patética se mire por donde se mire y personalmente nos sentimos muy avergonzados.
No sabemos bien a quien se le ha ocurrido la brillante idea vender esta imagen pero desde luego se ha cubierto de gloria. Esta apuesta por querer dejar de ser un país de pandereta, sol y toros a costa de convertirnos en un país de corrupción, chanchullos y tejemanejes no es la acertada porque por mucho que quieran empeñarse en hacer creer a medio mundo los españoles no somos así y no entendemos el afán que le ponen algunos en hacer que se nos vea de ese modo más allá de los Pirineos.
Sinceramente y puesto a elegir preferimos ser los catetos de la España de los 60, sin ánimo de faltar a nadie, donde los europeos venían a hacer turismo para reírse de las gracietas estilo made in spain al estilo José Luis López Vázquez o Alfredo Landa que servir de mofa y escarnio, en privado, a nuestros socios de la UE. No nos engañemos Merkel, Sarkozy y compañía es lo que hacen cada vez que Rajoy o alguno de sus Ministros regresa a casa desde Bruselas con una palmadita pública en la espalda por lo bien que estamos haciendo el papel de “paganinis” en toda esta crisis mundial.
Que vuelva los toros, los vestidos de faralaes y si nos apuran hasta la cabra sobre el cajón en las calles y que se vayan las corrupciones mil que tanto nos están destruyendo.
Galiana