Los españoles lo de apuntarnos a celebrar lo que sean, cuando sea y como sea sin tener ni la más remota idea de qué celebramos nos gusta más que a un tonto un lápiz.

No es que queramos ser agoreros ni nada por el estilo pero esto de hacer de la Constitución de 1812, “La Pepa”, una festividad por todo lo alto está muy bien, rematadamente bien, el problema es que casi nadie que la ha alabado en estos días se ha leído el texto constitucional del que hemos celebrado el bicentenario y tanto acto queda algo descafeinado, como de opereta interpretada por un elenco de actores de tres al cuarto donde los figurantes solo ponen su apariencia y su cargo público para recitar su papel de memoria sin ponerle la enjundia que le corresponde porque ignoran la verdadera importancia de cuanto esta Carta Magna encierra.

De todos los actos celebrados el momento más chocante fue escuchar al Rey ensalzar un texto que nos hizo pasar de súbditos a ciudadanos pero que fue derogado dos años después de su entrada en vigor por Fernando VII, con quien emparenta por línea directa, en un momento en el que la Corona vive un situación controvertida con el incomodo asunto del “yernísimo” en el llamado Caso Nóos.

Mientras nos distraen y alegran con las fiestas en honor de “La Pepa” pasa desapercibido que en Washington Urdangarín no está para celebrar dado que se van perfilando los delitos por los cuales vera su real trasero sentado en el banquillo de los acusados. El Duque de Palma tiene todas las papeletas para ser acusado de malversación de fondos públicos, de prevaricación, de falsedad documental y de fraude a la Administración, de evasión fiscal se libra porque la cantidad económica evadida es inferior a la establecida en el Código Penal no porque no haya sacado dinero del país.

Ni que decir tiene que la conmemoración de marras ha eclipsado el tema de los comicios en Andalucía y Asturias, los problemas económicos, laborales o sociales, los controvertidos acuerdos para establecer los servicios mínimos del la Huelga General prevista para el 29 de Marzo.

Los españoles somos así, nos regalan una fiesta donde sea y allá que nos echamos a la calle con la pandereta en ristre olvidándonos de todos los problemas que nos acucian; que le vamos a hacer, debe ser que esta propensión nuestra a olvidarnos de la realidad y cambiarla por la fiesta forma parte de nuestro ADN.

Galiana