Entre tanto despliegue mediático Urdangarín, los “Oscars” y demás el Tribunal Supremo decide absolver al juez Garzón, ya sabemos que legalmente ya no lo es pero nos apetece obviarlo, del delito de prevaricación por haber intentado investigar los crímenes franquistas aunque reconocen que el juez cometió varios errores entre ellos resucitar un delito que había dejado de serlo por la ley de amnistía del 77. La absolución como siempre que se trata de Garzón viene envuelta en la polémica es un sí pero no esta vez toca que no haya unanimidad en el voto de los magistrados de sus 7 miembros, 6 han decidido que como ya no es juez mejor le absuelven porque total ya nada puede hacer sin la toga.
Siempre pensamos desde este espacio que por esta causa también sería condenado, olvidamos que una vez expulsado de la carrera judicial la no condena viene a decir: “para que veas que no somos tan puñeteros en la primera te condenamos, la segunda dictaminamos que había prescrito el delito que había cometido y en esta te absolvemos”.
Nuestro planteamiento es si el juez discrepante en el voto lo hizo por coherencia consigo mismo creyendo que Garzón se había extralimitado en sus poderes prevaricando sin más y se mantuvo fiel a sus ideas por encima de la compasión mal entendida o quizá el Tribunal Supremo quiso poner una nota discordante para que nadie pudiera decir que había salido impune por unanimidad de los que habían sido sus compañeros de toga.
Garzón ya no es juez desde el pasado 23 de febrero pero como tal fue acusado y curiosamente es absuelto como un licenciado en derecho y nada más. Todo esto dice mucho de nuestro sistema judicial y hay que estar muy ciego para no verlo, no seremos quienes le quiten la venda de los ojos a nadie porque ese no es nuestro cometido.
Por supuesto que siempre hemos reconocido que ha ido de juez estrella y que con su actitud se ha ganado poderosos enemigos, el problema está en que en este país todavía no se distingue la vida profesional de la personal y en el fondo esto es un tema más personal que judicial.
Los “poderosos” desde que Garzón no es juez se sienten más intocables porque desde luego ningún otro juez va a venir a meter la nariz en sus asuntos; por contra los que aún conservan ese tufillo rancio del franquismo que no saquen pecho porque probablemente otro juez se vestirá con la toga de la valentía y decida, de una vez por todas, que los crímenes del franquismo debieron juzgarse hace tiempo y que estos delitos por mucho que el Tribunal Supremo diga que han prescrito para las leyes del derecho natural este tipo de delitos nunca prescribe.
Galiana.