Tanto esperar que Rajoy aparezca o por lo menos dé la cara que su paso por la sesión de control de los miércoles en el Congreso nos parece hasta un hecho extraordinario cuando debería ser de lo más normal.
Rajoy muy recto él en su papel de Presidente, que lo es, se plantó ante los miembros del Congreso, que es tanto como plantarse ante los españoles puesto que ellos son nuestros representantes, para dar explicaciones de cómo va el país y en exponer los temas con claridad, pero no, la claridad no es una de sus virtudes y la compensa con un quejarse de la herencia recibida cada vez que tiene oportunidad.
Después de escuchar, por llamarlo de alguna manera, al Presidente del Gobierno tenemos la sensación que el Ejecutivo que dirige se parece al camarote de los hermanos Marx, mucha gente reunida en un espacio pequeño, con ideas diferentes, sin saber muy bien qué hacer, por donde tirar y como organizarse.
Sin llegar a los dos meses de vida este Gobierno no hace más que ir dando tumbos, los que se quejaban de los bandazos del anterior Ejecutivo ahora hacen más de lo mismo dando la sensación de ser un tentetieso infantil, cuando le tocas se mueve mucho pero permanece en el mismo sitio de modo inalterable.
Rajoy presumía desde la Oposición o mientras hacía campaña electoral de tener una brújula que le orientaría por el camino correcto para salir de la crisis pero en la mudanza de Génova a Moncloa o se extravió o se rompió o no sabemos muy bien que ha sido de ella, lo único cierto es que al Gobierno no ha llegado y empiezan a dudar que su existencia fuera real.
El Presidente dijo en el Congreso que la reforma laboral que mañana se aprobará será amplia sin explicar si ayudará o no a crear empleo. El secreto se lo guarda hasta mañana por aquello de crear suspense, pero todos sabemos que será una reforma laboral muy al gusto de la CEOE donde los Sindicatos quedarán por unos vendidos que ni saben ni quieren defender los derechos de los trabajadores ante una situación tan grave como la que tenemos.
Para que nos diga que el paro es incontrolable, que la situación del déficit es caótica, que el crecimiento económico es un decrecimiento, que la situación de las cuentas públicas es crítica, para todo eso no hacía falta sesión de control en el Congreso ni tantas zarandajas.
Con cara de que el Presidente del Gobierno nos ha vuelto a tomar por tontos volviéndonos a ningunear nos quedamos en espera de que la próxima sesión de control se no sinforme de las soluciones que se van a tomar para abordar lo que de verdad importa, hasta entonces estamos compuestos y sin novia.
Galiana