La X Legislatura echa a andar, de todas las más colorida dado que tenemos hasta 13 voces diferentes en boca de 616 parlamentarios, pero también es la única donde existe una mayoría absoluta tan aplastante.

Una legislatura complicada para todos porque a la pésima situación económica, social y política se une la corrupción de complejas tramas que están llamadas a pasar por los tribunales y que desvelaran que la transparencia en la función pública brilla por su ausencia en determinados casos, y por si no tuviéramos bastante la Corona se pone en entredicho por primera vez desde la llegada del rey al trono.

Nos van a permitir que nos centremos, pese a la importancia que se ha vivido en las Cortes, en las venturas y desventuras de Camps en el TSJV. Lo de este individuo no tiene nombre ni existe en el diccionario adjetivo para calificar su actitud sin tener que recurrir a un exabrupto. Malo es verle llegar en loor de multitudes saludando cual star de Hollywood a los presentes como si en la sala le fueran a entregar un premio, sus asesores de imagen deberían decirle que le están juzgando por cohecho impropio. En este espacio no somos amigos de descalificar a nadie, pero Camps no sabe de qué color es la vergüenza, tanta arrogancia en sus respuestas resulta repugnante, sus risitas, sus gestos, su manera de admitir que recibió prebendas y las donó o devolvió según el procedimiento establecido es insultante porque así no funciona la Administración Pública, así solo funcionan los caraduras que se aprovechan del poder de su cargo.

Afortunadamente si el Duque de Palma finalmente resultase imputado, de momento solo está siendo investigado y de sus palabras se deduce que se hace responsable de sus actividades privadas y de las de Casa Real que no son las apropiadas para un miembro de la Familia Real, no tendría que ir a declarar ad personam porque ya tenemos suficiente con que nos haga saber lo “indignado” que se encuentra viendo su nombre en los medios de comunicación asociado al del delito de apropiación de fondos públicos.

El espectáculo de los tribunales por asuntos de corrupción no ha hecho más que empezar, nos esperan meses muy interesantes; que no se nos olvide que el “caso Malaya” aún sigue juzgándose y que para el verano la tonadillera Isabel Pantoja le cantará alguna que otra copla a los jueces desde el banquillo de los acusados.

Entretenidos con asuntos judiciales vamos a estar mientras en el Parlamento Jesús Posadas controlará que sus Señorías ofrezcan funciones tranquilas asequibles para todos los públicos y Pío García Escudero hará lo propio en el Senado. Solo nos falta conocer a los miembros del nuevo Gobierno para ya tener a todos los actores con sus papeles asignados y que Rajoy nos desvele, de una vez por todas, el argumento del nuevo espectáculo.

Galiana