La victoria de Rajoy ha sido el gran titular y lo seguirá siendo durante algunos días más; muchos le pedirán que por fin desvele su programa, otros le exigirán que se ponga a trabajar porque España no puede entretenerse en celebraciones privadas. Ávidos de poder si se les nota, Arias Cañete hasta quiere saltarse los plazos legales para constituir el Gobierno y Soraya Sáenz de Santamaría, a la que se le supone de baja maternal, estará al frente del equipo de traspaso de poderes.
Junto a la incontestable victoria del PP aparece la derrota sin paliativos del PSOE. Los socialistas no pueden hacer oposición teniendo la casa patas arriba y “los suyos” le exigen poner orden. Zapatero, como Secretario General, ha convocado un Congreso Ordinario para febrero; lo normal sería apartarse y dejar que savia nueva encare lo que está por venir. En ese dejar paso incluimos a muchos más que al actual Presidente del Gobierno en Funciones, en la lista están todos aquellos a los cuales los votantes socialistas han demostrado no querer ver ni en pintura.
Ahora tal y como ha quedado configurado el Congreso deberíamos hablar de IU y de UPyD y de cómo han recogido en sus redes el voto de los desencantados socialista, pero no queremos pasar por alto una cifra que está siendo la gran olvidada y para ello debemos empezar por el principio.
La lectura de los datos arroja mucho más que los 10.800 millones votantes del PP, que la pérdida de más de 4 millones y medio del PSOE, o que en el Congreso se pase de 9 a 13 formaciones políticas con representación parlamentaria.
La resaca electoral trae mucho más que eso. Como desde este espacio seguimos con cierta alergia por los números no vamos a recrearnos en ellos pero si a detenernos en una cifra de la que nadie habla 9.710.775; no es un premio de la lotería, que bien podía serlo, es la impresionante y espeluznante cantidad de ciudadanos que renunciaron a su derecho al voto dándole la espalda a los políticos.
Si uno mira con detenimiento resulta que la segunda fuerza política de este país es la abstención, de ahí que nos sintamos obligados, por mucha alergia que nos dé, a traer a este espacio números, estadísticas y cifras.
Si a los 9.710.755 le sumamos los 333.095 votos en blancos estamos hablando de 10 millones de personas con derecho al voto que por diversas razones no están de acuerdo con la clase política de nuestro país, en porcentaje viene siendo casi un 30% del personal con derecho al voto.
Sinceramente, deberíamos hacérnoslo mirar porque no es una cifra nada despreciativa y particularmente nos provoca un inmenso vomito intelectual que quede eclipsada entre la arrolladora victoria del PP y la debacle del PSOE.
Galiana