El compadreo del merchandising

Tocaría hablar de la cumbre de Bruselas, de cómo nos van a ahogar un poco más, a pedir que entreguemos hasta lo que no tenemos, de cómo tenemos que devaluar nuestra deuda y sin garantías que después de tanto apretarnos vayamos a salir con bien de esta.

La verdad es que queremos ser optimistas y es por ello que vamos a ignorar lo sucedido en Berlín y Bruselas por otras cuestiones algo más insustanciales porque en medio de tanta catástrofe la banalidad es un lujo que aún nos podemos permitir.

Hace unos años cuando la Banca quería que todos entráramos por una hipoteca, un préstamo personal, una domiciliación de recibos o de nómina nos regalaban desde albornoces, cuberterías hasta una TV LCD; como si en lugar de cargar con una deuda que probablemente no podríamos pagar y unas comisiones leoninas nuestro paso por la entidad crediticia fuera como ir a la tómbola y sacar un premio seguro en la rifa de la feria.

Como en este país la envidia es el deporte nacional los medios de comunicación no quisieron quedarse atrás en lo que a regalar se trataba, recordemos eran tiempos de bonanza; empezaron por un euro más la colecciones de libros y vídeos, los ordenadores portátiles; vamos que uno iba a por la prensa y debía llevar el carrito de la compra porque el diario no se podía traer bajo el brazo como lo habíamos hecho toda la vida.

La política no ha podido evitar caer en la tentación de entrar en el mundo de regalarle algo al personal por pasarse por ahí, el merchandising lleva años, quien no tiene desde calendarios, bolígrafos, gorras, pañuelos, caramelos con mensaje; antes todo eso te lo daban cuando ibas a la sede en campaña electoral, ahora los partidos han mezclado el clásico visitante de sede con las redes sociales y un obtiene regalos del calibre de tazas o vasos térmicos y bálsamos labial por hacer menciones en Twitter; todo un alarde de generosidad para captar el voto en lugar de exponer ideas convincentes.

Banca, medios de comunicación y política si se dedicaran cada cual a su oficio con toda su crudeza y menos a llenarle el bolsillo a las empresas de regalos tal vez, solo tal vez, a todos nos iría algo mejor.

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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