Conversaciones ajenas

La otra tarde tomaba un café con mi hijo, enfermero. En la mesa de al lado había un par de mujeres de ésas que les gusta más escuchar las conversaciones ajenas que a un tonto un lápiz.

Nosotros, la verdad, estábamos tan a lo nuestro que no reparamos en ellas hasta que llegó la policía y nos pidió, todo lo discretamente que pudieron, acompañarles a la comisaría más cercana.

Mi hijo y yo no entendíamos absolutamente nada. Aquellas dos cacatúas les habían llamado horrorizadas mientras escuchaban nuestra conversación:

<<—¿Estás seguro que si lo hago de este modo nadie va a colgarme el asesinato de la abuela?

—Mamá, no sé cómo quieres que te explique que hacerlo así es indetectable para la policía y para nadie que lo investigue. En una de las visitas abres algo más la llave de paso de la vía del potasio. Entrará en shock, morirá por colapso de los órganos. Nadie va a culparte por ello.

Si quieres puedo hacerlo yo. Estoy metido en el ajo desde el principio; nadie va a sospechar que su nieto, enfermero que trabaja en el mismo hospital, pase a verla a la habitación.

—¡Qué haría yo sin ti!>>

Cuando los policías nos contaron la conversación, totalmente real y fidedigna, a mi hijo y a mí nos dio por reír.

Comprobaron, por indicación nuestra, que las abuelas de mi hijo fallecieron, ambas, mucho antes que él fuera concebido; que yo soy escritora; efectivamente, él es enfermero y solo me estaba asesorando para mi próxima novela.

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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9 respuestas a Conversaciones ajenas

  1. antoncaes dijo:

    Es lo que tiene escuchar entre líneas, ya lo dice el refrán, de lo que oigas nada y de lo veas la mitad. 😉

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  2. Reblogueó esto en La magia la ponemos todosy comentado:
    Me encanta.Saludos

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  3. sabiusblog dijo:

    Que fuerte, puedo imaginarme las caras de los policías. Las cotillas existirán siempre. Pero a veces es bueno que terminen escarmentadas. Un abrazo.

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  4. Con esos finales sorpresivos a los que nos tienes acostumbrados, muy buen relato!

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  5. Que risa me dio, fantástico relato, me encantó ese final.

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