Siempre en la cocina fregando los cacharros, sacando las frutas y las verduras del carrito de la compra, metiendo la ropa sucia en la lavadora. Llamaba la atención un hombre tan servicial.
Jamás imaginé que, escondidas tras la ropa ordenada por colores, dentro del armario iba a encontrar una fusta y unas esposas.
Comprendí que nuestra relación iba a ser mucho más provechosa para mí. Solamente tenía que ejercer el poder que me otorgarían ambos objetos en lugar de seguir insistiendo en ayudarle en las tareas del hogar.
Galiana