Hoy las noticias hablan del logro obtenido por un equipo de investigación español, han conseguido la esperada vacuna que nos salvará a todos de esta pandemia. Está liderado por un científico español aunque su nombre indica todo lo contrario.
La foto del tipo en cuestión me resultaba familiar, pero en los últimos meses he visto tantos científicos en la televisión que probablemente quizá por eso me sonaba su cara. Ha sido al leer su nombre, o al tratar de hacerlo, cuando he sabido perfectamente quien era.
Mi memoria ha vuelto a la infancia, a mis diez años.
Aquel año en quinto curso entró un niño nuevo. Nos sacaba la cabeza a todos, era muy rubio, con unos ojos muy azules y la piel muy blanquita. El profesor fue incapaz de decir su apellido, y su nombre era demasiado largo y tampoco era español así que lo acortó.
Desde quinto de EGB hasta COU, cada mañana cuando el profesor de turno pasaba lista a primera hora repetía a modo de letanía los nombres de todos los alumnos. Los que siempre habíamos asistido a ese colegio levantábamos la mano y contestábamos con un “Presente”, o un simple “Aquí”, las niñas que se incorporaban desde un colegio de monjas solían contestar con un “Ave María” hasta que se acostumbraban a dar la misma respuesta que los demás. Al final, después de tantos años de repetir la misma lista te la aprendías de memoria. Ahora, 40 años después, te sale de corrido el nombre de todos ellos, como si fuera la tabla de multiplicar, visualizando al compañero de ratos de recreo.
Al leer el nombre del eminente científico mi mente vio al niño de un solo apellido impronunciable, sus padres eran alemanes, y durante unos momentos sonreí pensando en esa época en la que las niñas teníamos nombre de pila y los chicos solo apellido, salvo él.
Recuerdo que no le gustaba jugar al fútbol como a los demás, que sobresalía en ciencias, que siempre actuaba en las funciones de teatro por Navidad, que el último año se hizo novio de una chica que iba un curso por debajo…
El mundo le conoce como el jefe del equipo de científicos que nos salvará a todos de la pandemia, para mí siempre será el chico alto, rubio y de ojos azules que el primer día de quinto de EGB llegó a clase, el chico del nombre acortado puesto que ninguno fuimos capaces de pronunciar ni su nombre ni su apellido durante ocho años.
Galiana


👍🏼👍🏼
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Gracias, 💕
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De nada, real o no, me parece una anécdota bien contada. 🖐🏻
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Ya sabes, todo es ficción salvo que creas lo contrario
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Yo me quedo con lo leído, real o inventado es secundario. El conseguir hacernos evocar recuerdos de esa época me parece lo principal. 🖐🏻
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Ayss, la niñez! 😉
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Exagerada era el insti no la guardería 😁🖐🏻
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Me recuerda una situación similar, sólo que de hace más años, allá por los años sesenta. Ahora tengo un amigo danés cuyo apellido me retuerce la lengua, aunque a él imagino que le pasa lo mismo con el mío. Feliz año.
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En aquellos tiempos la integración, o al menos intentarla, con algo tan básico con un apellido era imposible.
¡Feliz año!
😘😘
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