La política dicen que cambia a las personas que se dedican a este noble oficio.
Por mi conciencia y honor
“Juro por mi conciencia y honor…” fueron las primeras palabras que pronuncié antes de ocupar el cargo para el que había sido designada.
El puesto lo había ganado con mi esfuerzo y no por la famosa cuota femenina, aunque eso poco importó en los siguientes años.
Allí sentada en la mesa de mi despacho comprendí que la conciencia y el honor, palabras que con tanto orgullo salieron de mi boca el día de mi nombramiento, tenía que dejármelas en casa.
Cada mañana cuando cruzo el umbral de la puerta del despacho miro las paredes del mismo preguntándome qué motivos tengo para seguir aquí. Un ritual desde el día siguiente de ocuparlo.
En todo este tiempo me he sentido una intrusa, tal vez porque quienes me rodeaban me lo han recordado cada segundo.
Critican mi forma de vestir, algo que jamás me ha importado. Durante estos años he debido tener especial cuidado en ello. De hecho, en todos estos años he asistido a miles de eventos y no recuerdo haber elegido ni unos tristes zapatos.
Tres meses después de aceptar el cargo salió en un medio de comunicación, cuando era ya más que evidente, que estaba embarazada. Tuve que explicar que acepté el puesto conociendo mi estado. Ni siquiera mi jefe de campaña lo sabía. Una maternidad en solitario, no tengo ni tenía por entonces pareja. ¿Cómo se puede criar un hijo con una responsabilidad política tan alta? Fue la pregunta que se me hizo. Tres semanas después de nacer mi hija me incorporé a mi puesto; realmente nunca pedí la baja maternal tan sólo a las tres semanas hice una aparición pública. La misma me supuso verme envuelta en una serie de controversias sobre si hacía o no lo correcto dado que las madres no debemos separarnos tan rápidamente de nuestros hijos, y la otra tenía que ver con haber recuperado la figura en menos de un mes. A alguien se le ocurrió la patraña de una operación de estética en el mismo paritorio pagada por los contribuyentes.
Hoy acaba mi mandato. Por decisión propia no quise un segundo. En estos cuatro años sólo he escuchado hablar de mi ropa, mi hija, la maternidad como madre soltera, todo ello a pesar de ser la impulsora de una ley que mejora el sector cinematográfico.
Mañana no tendré que entrar más en este despacho, podré vestirme como me dé la gana, volveré a escribir guiones de cine, lo más importante, de nuevo tendrá valor la frase “por mi conciencia y honor”.
Galiana
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Relato publicado en el blog galianaycia.com
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