Hoy es Nochebuena, la familia, los amigos, el mundo huele distinto.
Es una noche para abrir regalos, te adelanto el mío, al final del relato lo tienes.
No sé la razón de traer este relato, pero…
Una mujer y una pistola
Tengo una mujer y una pistola, dicho así podría hasta parecer interesante. Tanto como para proponerte un juego, que sea macabro o infantil dependerá de los derroteros por los que vayamos transitando.
Ponte a pensar en ello por un instante, o por algo más de ese minúsculo tiempo que te he dado que tampoco es bueno estar ajustando tanto. Más que nada porque luego aparece el estrés y ese tipo de enfermedades cuya finalidad siempre es acabar en un centro psiquiátrico con camisa de fuerza o atado bien fuerte a la cama, con un cartel del médico a los pies de la misma con letras grandes que dice a las claras “es peligroso”.
Aquí siempre se ve el peligro por todas partes pero… ¿Te imaginas la de cosas que podrías hacer con una mujer y una pistola? ¿Cómo qué te habías olvidado de ellas? ¡Pero bueno! Si el juego es tenerlas siempre presentes sobre la mesa aunque haya distracciones que nos hagan alejarnos de ambas.
No es necesario que la mujer y la pistola vayan en la misma dirección, puedes usar una e ignorar la otra o hacerlo al revés, eso según te convenga más. Porque en el fondo aquí lo que interesa es estar a aquello que más conviene.
Tenemos dos elementos poderosos y debemos saber qué hacer con ellos. ¿Te imaginas si estuvieran en las manos de Dalí? Personalmente, no sé a ti, a mí se me escapa lo que bulliría en su cabeza porque el tipo fue un genio y, como todos ellos, algo desquiciado.
Dejemos a Dalí y sus desquicies maravillosos a un lado y busquemos alguien con alguna dosis más de cordura, por ejemplo Picasso. A este tipo lo de las mujeres le iba lo que no estaba escrito, las armas no le gustaban tanto pero es lo que tiene vivir una guerra y, encima, que te encarguen pintar la salvajada que los nazis hicieron para probar sus nuevos juguetitos sobre la población indefensa de Guernica.
No me gustan las guerras, no he tenido el “placer” de vivir ninguna aunque sí he sufrido como todos las consecuencias económicas que dejan tras de sí. Puede que a ti te encanten, bien porque, como yo, no hayas estado en ninguna o porque el ruido de una bala entrando en la cabeza de un ser indefenso te ponga como una moto. En cuestiones de matanzas hay gustos para todo el mundo.
Nos estamos apartando del tema, otra vez. Los elementos que tenemos sobre la mesa son una mujer y una pistola. Aquí nadie ha dicho que vayamos a iniciar una guerra, ni tan siquiera que el arma esté cargada. Es más, hablamos de mujer y pistola, yo no he mencionado balas porque entonces sería un tercer elemento y, recuerda, solo tenemos dos.
No tengo ni idea de qué vas hacer tú con ambas cosas, pero si te soy sincero me importa un carajo. El trío que formas con la mujer y la pistola es tu problema, nunca ha sido ni es el mío.
Ahora que he mencionado la palabra problema te diré que tengo claro lo que pienso hacer con una mujer y una pistola. La cuestión es que soy un cabrón suicida, de ésos que lleva tatuado en la frente la palabra “danger”, y no, no tengo intención alguna de decirte que voy a hacer con ambos objetos.
Por ser Nochebuena tienes un regalo, puedes escuchar el relato clicando en la imagen
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Galiana
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El relato fue publicado en el dia de Nochebuena de 2022 en el blog galianaycia.com
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