Hoy me permito destinar mi sección a las mujeres y a los hombres que nos consideran semejantes. Porque eso es lo que somos, no estamos en ninguna competición. Así que, este es mi poema ya que no hay relato erótico pero sí, un final digno. Este: Te lo dedico, mujer… Tú, que haces y deshaces las camas.
Por mí, por ti, por todas
Hoy es mi día:
me puse unos tacones, me siento alta, inmensa;
me siento perfecta de pies a cabeza.
Mi cabello recién teñido,
de la peluquería salió recogido.
Un delantal protege de salsa de tomate
mi recién y para la ocasión, estrenado vestido.
Salí antes del trabajo
y recogí a los niños en el colegio;
para llevarlos a casa de los abuelos
como cada 8 de marzo vengo haciendo.
Soy mujer:
independiente y fuerte.
La que un día decidió quererse,
volar, descubrir, conocerse;
a los patrones oponerse
dejando de someterse.
Sabiendo que de las consecuencias
debiera de atenerse,
decidió correr y avanzar;
agotada a veces, pero sin caerse.
Suena aviso de mensaje en el teléfono:
«Voy para casa, ¿ya te has ido?»
Sonrío; una mujer, hoy, responde le enseñaré cómo
«Amor, no es necesario que corras, he salido».
Me quito el delantal, me suelto el pelo,
en el bolso llevo maquillajes, móvil y monedero:
lista para reivindicar lo que es mío,
lo que es nuestro.
A mandar, mis chicas.
Desde el felpudo de vuestra casa.
Por la parte de afuera cuando entráis, hasta la parte de adentro, cuando salís.
Somos reinas, somos madres, somos las que movemos el mundo. Somos… VIDA.