Las «Letras calientes» de @AlexFlorentine: Bar

 

Bar

 

El ambiente nocturno en mi pueblo es asombroso en cualquier época del año. Cada vez somos menos habitantes, pero tiene dos bares a la salida en los que se juntan personas de varios kilómetros a la redonda. Incluso de la ciudad, que no deja de tener todo tipo de establecimientos para el disfrute.

¿Puede parecer extraño? ¿Cómo lo hacemos? ¿El porqué?

Pues no es nada extraño porque el dueño, el mismo para los dos locales, se lo supo «montar bien».

Uno de ellos está dirigido a chicas y otro a chicos. En su interior se bebe alcohol a doquier —como en cualquier sitio de estos—, y se hacen concursos y bailes. Los dos se basan en el mismo funcionamiento. Suena una campana a las horas, y los camareros se suben a la barra y bailan incitando a los clientes al desenfreno.

Cada uno de los camareros elige a una persona entre todos los clientes y esta tiene la oportunidad de subirse a bailar con él o ella: nosotras también lo hacemos. Con ese sonido de campana casi todo está permitido, pudiendo las manos de los que «siempre tienen la razón», es decir los clientes, tocar donde y lo que consideren conveniente de nuestro cuerpo con la excusa del alcohol y la música.

En nuestra indumentaria predomina el cuero. Esa moda llamada «subcultura leather». Los chicos llevan pantalones muy ajustados, y sobre sus torsos desnudos y bien musculados a base de horas de gimnasio, cazadoras o chalecos.

Nosotras vestimos con unos pantalones tan ajustados, que incluso nos molestan las costuras donde las piernas pierden su nombre. Solemos llevar tops o camisetas minúsculas que dejan parte del abdomen sin cubrir.

Quizás sea algo discriminatorio, pero una condición para conseguir el trabajo es no tener exceso de peso. Al igual que nuestros compañeros tienen que tener sus cuerpos bien depilados y con músculos marcados.

Mi novio aparca el coche. Solemos ir juntos al trabajo. Queda una media hora y al lado de los clubs ya hay varios vehículos.

Nos miramos. Otra noche de trabajo. Otra noche separados hasta dentro de aproximadamente seis horas. Otra noche en la que sus manos y las mías, tendrán que recorrer cuerpos ajenos a nosotros dos.

Él toma mi cara entre las suyas y nos besamos. Aún no me he maquillado los labios porque tenemos la misma rutina. A veces nos la saltamos demostrándonos todo nuestro amor antes de aparentar tener una libertad que no tenemos para ciertos actos, pero que es la que nos da un ingreso extra. Los tiempos que corren son malos en cuanto a trabajo y ya no sirve tener reparos.

Mi mano derecha sube su muslo hacia arriba y a la altura de la cadera la deslizo por su pelvis con lentitud. Primero en una línea recta horizontal y después, a la altura de su ombligo, hacia abajo. Mi brazo izquierdo lo atrae más hacia mí y él, sin recorrido previo y con su mano izquierda, palpa el calor que surge en mi entrepierna. Le demuestro mi excitación en su oreja derecha. A su vez, mi mano dominante baja la cremallera de su pantalón y consigo liberar lo que buscaba. Mis labios dejan su oreja para saludar al miembro recién llegado.

 

@AlexFlorentine

 

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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7 respuestas a Las «Letras calientes» de @AlexFlorentine: Bar

  1. antoncaes dijo:

    Vaya unos locales, que mas que de copas son del copón, Yo trabajando de camarero en todo tipo de locales y nunca encontré uno de estos. 😉

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  2. arfonking dijo:

    Se ha quedado en lo mejor

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  3. Pingback: Las «Letras calientes» de @AlexFlorentine: Bar — GalianayCía. – Jaime Bermudez

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