
Respeto
I
Se me cae el alma del cuerpo
y mi sombra me destierra,
rompiéndose las costuras
que hilvanaste con tus besos;
víctimas de la despena
que, liquidadas, ocultas,
disueltas en tus reflejos
no logran purgar mis penas.
Mientras, se quema la tundra,
no hay exilio en el infierno,
tu mirada no me observa
y ni la pena me escucha.
II
Tú, insalvable del encierro,
paria sin continente,
en tu celda en la penumbra
crías malvas en la tierra;
pero mi llanto no me exculpa
y mis besos ya no aciertan,
ni son sujetos tus pieles
de un querer que retumba
alrededor de tus cuencas
solitarias que dibujan,
tus sonrisas en el viento
regaladas a la suerte.
III
Hoy, la culpa me condena:
“desentierra con tus manos
el origen de su muerte”,
y se extenúan mis versos
que vocean y arremeten
contra el juez, y se me estrellan
con tus perdidos abrazos
en ataúdes pertrechos
de dolores recreados
en los miedos que te esperan
tan solo a ti, que falleces
en mis brazos, sin respetos.
