Una de las preguntas más diabólicas que a un escritor le puede hacer un periodista, y que fijo cae en una entrevista tiene que ver con querer saber si uno nace ya siendo juntaletras o es el tiempo el que te convierte en ello. La preguntita de marras se las trae y su respuesta es complicada.
Al periodista en cuestión se le olvida que los escritores somos seres humanos que nos dedicamos a practicar el noble arte de las letras, y partiendo de esta base podríamos decir que nacemos con esta cualidad, de la cual no podemos escapar, más tarde o más temprano se va a manifestar, saldrá a la luz, y que para bien o para mal tendremos que enseñar al resto de los seres que forman parte de la humanidad.
La cuestión relativa al momento en el que uno decide hacerse escritor está más relacionada con la fortuna y la destreza que se tiene para contar historias que con una fecha concreta. Así que si vamos a convertirnos en cuentistas, a la postre es lo que somos los escritores, mejor que vayamos haciéndolo desde la infancia por aquello de que en cualquier oficio que tengamos se nos requiere de experiencia, cuanto más mejor.
Ser escritor es siempre un acto voluntario, una decisión personal e intransferible. Escribimos porque nos da la real gana, podemos reservar nuestros escritos para disfrute personal o bien arriesgarnos y compartirlos con el resto del mundo. Lo lógico, si es que en esto de darle a las letras tiene cabida la lógica, es compartir el fruto de nuestro trabajo con otras personas.
Es indiscutible que los escritores no somos seres sin entidad propia, formamos parte de un binomio inseparable. Sin un lector uno no puede considerarse escritor, y no, no vale convertirse en lector de los textos propios, caerse en la marmita del egocentrismo en este oficio nunca es bueno.
Ahora que sabemos que la cosa como escritor funciona siempre que nos asociemos con al menos un lector, viene la parte en la que quien junta las letras debe hacerlo lo suficientemente atractivo para que quien nos lee quiera quedarse con uno. Lograrlo no es nada fácil.
El escritor debe sacar del interior lo que quiere contar, es el único modo para llegar a la entrañas del lector. Cada palabra que escribimos no es que más un trozo de la vida de quien la escribe. Quien la lee debe sentirla como propia, hacer que forme parte de la suya como si siempre hubiera estado allí, porque desde que la asimila formará parte de ésta para siempre.
Los escritores somos los encargados de abrir la puerta de la imaginación del lector, esto son palabras mayores.
Podemos limitarnos a contar lo que vemos como si fuéramos “chismosas de barrio” con lo que nuestra historia pasará de boca en boca con los añadidos correspondientes que tienen todos los chismes y con la brevedad temporal que caracteriza a los mismos. Ni que decir tiene que a ningún escritor le gusta que su trabajo tenga la misma larga vida que una habladuría de barrio por lo que tenemos que esforzarnos un poquito más.
Este esfuerzo más consiste en ser capaces de provocar la mente del lector, quienes consiguen hacer esto podrían ser considerados genios.
La genialidad de un escritor está en tener la habilidad de contar secretos que nadie quiere sean contados sin que parezca que lo has contado. Suena complicado porque realmente este trabalenguas lo es. Aquellos que lo consiguen son los que alcanzan la gloria.
La gloria en cualquier oficio, incluido éste, está reservada a unos pocos. Cierto que todos los escritores aspiramos a ello, pero seríamos unos petimetres totales si considerásemos que gracias a nuestro trabajo se nos han abierto las puertas del Olimpo y nos codeamos con los Dioses como si fuésemos uno más.
Los dioses en nuestro oficio se cuentan con los dedos de las manos y probablemente nos sobren dedos. El resto somos escritores, sí, y debemos tener claro que somos simplemente seres humanos que nos dedicamos a contar historias a otros seres humanos llamados lectores.
Galiana
Muy acertado. Es la máquina de escribir de Edward Rutherfurd?
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El texto ha salido de mi cabeza.
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¡ Ay cabecita pensante! Decribes a la perfección qué hace y cómo se concibe un escritor.
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Quizás que son muchos años en esta profesión.
Muchas gracias
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Seres humanos si, pero no simples seres humanos. Descifrar su grado de complejidad emocional no es tarea fácil. Saludos.
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Probablemente esa complejidad emocional que tenemos es lo que nos convierte en simples seres humanos
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En eso de ser simples seres humanos, cabe destacar la importancia del escritor: redactar la simpleza de forma tal que sea atractiva a un lector. Gracias por tu post.
Por aquí te dejo mi post mas reciente sobre eso, la simpleza del ser humano y sus ansias de superación: UNA AMIGA MOCHILERA, UNA AREPA CUADRADA ¡Y SAN ANTONIO!
https://haroldcortesblog.wordpress.com/2017/03/11/una-amiga-mochilera-una-arepa-cuadrada-y-san-antonio/
Feliz noche!
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Muchas gracias
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