El Congreso del PP no ha tenido grandes tensiones, eso ya se sabía, pero no todo ha sido tan amable, sencillo y maravilloso como han enseñado a los suyos. Ha habido algunas cuestiones que se han quedado ahí, en el aire esperando ser solucionadas, aunque ya sabemos que mientras Rajoy esté al frente de Génova el dontrancredismo es la religión a respetar.
El líder de los populares ha sido entronizado aún más de lo que ya estaba por la fuerza y el empuje de los nuevos cachorros, y un elenco de mujeres que ejercen de férrea y poderosa guardia pretoriana alejadas de los estereotipos de mujeres floreros que tanto se han llevado en Génova durante mucho tiempo.
Las nuevas generaciones encabezadas por Javier Maroto, Martínez-Maíllo, Andrea Levy, e incluso Pablo Casado, tienen unas ideas sobre el conservadurismo que no cuadran mucho con el involucionismo retrógrado y conservador de cierto sector genovés.
Los cachorros del PP apuestan por temas que podrían ser considerados algo más sociales, dentro de lo que el PP puede considerar asuntos de este corte. Para ellos es de vital importancia dejar a un lado lo relacionado con la homosexualidad, aquí todos somos personas y no puede haber distinciones por opciones sexuales. Otro de los asuntos en los están dispuestos a llegar hasta el final es en conseguir una regulación de la maternidad subrogada con lo que chocan de frente con los democratacristianos. Siguiendo en esta línea de modernidad se encuadra la visión que tienen sobre el aborto tan diferente de la que hasta ahora han encarnado algunos antiabortistas en Génova. La nueva hornada tendrá que esperar a que le llegue su turno para intentar, si es que “los mayores” les dejan, cambiar este tipo de cuestiones y adecuarlas a los tiempos en los que vivimos.
Visto el lado de los más jóvenes, a los que Rajoy para que estén contenidos les coloca en puestos más o menos destacados, está la guardia pretoriana.
Rajoy sin Sáenz de Santamaría y Cospedal no estaría donde está. Ellas son las que mueven los hilos del PP, quienes manejan las cloacas del partido, quienes logran que su jefe de filas viva tranquilo y sin preocupaciones propias del cargo que ocupa. Todo sería perfecto si entre ellas hubiera feeling. Ambas viven inmersas en una peculiar y singular pelea de gatas.
La vicepresidenta del Gobierno ha hecho lo imposible por tener la cabeza de la actual Ministra de Defensa en una bandeja, agitando incluso el avispero de la acumulación de cargos, pero le ha dado lo mismo. Cospedal sigue acaparando cargos, incrementando su poder. No debemos olvidar que tanto favoritismo no es más que el precio abonado, con sus correspondientes intereses, por dar la cara en simulado y diferido cuando el feo asunto Bárcenas. Es lo que tiene que Rajoy se crea un Lannister, y siempre pague sus deudas.
El protagonismo de las mujeres en el PP también es cosa de Cifuentes y Aguirre. Los “zascas” que se intercambian entre ellas son como para salir corriendo, ambas dominan como nadie el arte de zancadillearse mutuamente con lo que la convivencia entre las dos es de todo menos aburrida.
De momento el PP ya ha hecho su Congreso. Se ha garantizado la tranquilidad hasta que se abra un nuevo periodo electoral.
Galiana
Verdad total.
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Muchas gracias
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