Me puse mi pies de gatos para poder escalar la pared rocosa, me agarré a los salientes con las manos como me habías enseñado, llevé el casco que me regalaste por nuestro aniversario. Olvidé lo más importante, asegurarme que el arnés estaba perfecto, porque a mitad de la escalada resbalé y caí sin posibilidad de volver a intentarlo.
Galiana