De niña me gustaba entrar a hurtadillas en la casa abandonada para perderme en su jardín salvaje.
De adolescente descubrimos que en la tapia, ocultas por la maleza, había entradas que nos llevaron a nuestro particular paraíso.
Galiana
De niña me gustaba entrar a hurtadillas en la casa abandonada para perderme en su jardín salvaje.
De adolescente descubrimos que en la tapia, ocultas por la maleza, había entradas que nos llevaron a nuestro particular paraíso.
Galiana