Desde tiempos inmemoriales siempre en las ciudades había torres vigías; ésas que controlaban cada suspiro, cada lamento, cada beso robado, cada desvelo comprometido.
En el siglo XXI seguimos teniendo sueños inconfesables, amores desenfadados, sonrisas maliciosas, miradas escondidas y… por supuesto, torres que vigilan.
Galiana