De un tiempo a esta parte el silencio lo rompes con un:
—Tú no me…— seguido de un— Yo si te…
Te miro sin decir nada. Aceptas mi callada como una confirmación de cuanto dices.
No voy a negar que puedes tener razón, en parte la tienes.
Es tan fácil descargar la culpa sobre el otro, es tan condenadamente sencillo.
Galiana

