Rutinas

Nuestra vida se reduce a que mientras tomas el café de pie en la cocina, a primera hora del día y con muchas prisas, te comento que lleves bufanda porque en las noticias han dicho que han bajado las temperaturas.

Después, cuando vas a salir por la puerta, te pregunto si vas a venir a comer. De forma invariable me contestas que según vaya la mañana en el trabajo irás diciendo.

Yo prepararé algo de comer para dos, con independencia de si me has llamado o no. Extenderé sobre la mesa, a la hora de costumbre, el hule de cuadros azules que compramos en aquel mercadillo que tanto nos gustó en nuestro viaje de novios.

Entrarás por la puerta apestando a tabaco. Te disculparás por no haber llamado avisando que vendrías.

Terminaré de poner la mesa, mientras te aseas antes de comer. Lo haremos en silencio. Te pelaré la manzana para postre. Siempre comes esa fruta, y quieres que sea yo quien la monde.

Con sumo cuidado, mientras te miro comer la manzana, sonrío y deposito sobre el plato el cuchillo, para que no notes ni por asomo lo que de verdad me hubiera gustado hacerte con él.

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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6 respuestas a Rutinas

  1. ¡Qué final! A lo mejor un día se decide… jajaja.

    Besos primor.

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  2. antoncaes dijo:

    Más de una ha pensado en clavar el cuchillo de postre más allá de la fruta mondada. 😉

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  3. JM Vanjav dijo:

    Las rutinas son los engranajes del reloj de nuestra vida, menos mal que con la imaginación a más de una de esas ruedecillas la podemos mandar a paseo o como en tu caso liquidar impunemente.

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