De nuevo pones tu maleta en el umbral de la puerta con todas tus cosas; disfrutando, como tantas otras veces, del burdo chantaje emocional al que me sometes. Lamento decirte que no voy a molestarme en encenderte la luz del rellano, como de costumbre, porque esta vez me resulta indiferente lo que hagas.
Galiana
Tanto fue el cántaro a la fuente… Nada es eterno.
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