Derribando estrellas

Que la judicatura acarrea más enemigos que amigos suele ser lo habitual, sí a eso le añades la pretensión de convertirte en “un juez estrella” los adversarios los incrementas de forma exponencial.

Garzón siempre las ha tenido con todo el mundo, se ha enfrentado a todos y a todo, generando más antipatías que simpatías. Se podría decir que todo eso viene redactado en la letra pequeña del cargo de magistrado en la Audiencia Nacional. El juez sabe que pisar demasiados charcos, meter las narices donde le mandan y donde no, tiene un coste; mi duda es que fuera consciente que el precio sería tan elevado como para acabar con su carrera dentro de la judicatura por inhabilitación.

Seamos sinceros, mientras perseguía delitos de narcotráfico, de terrorismo, instruyera como instruyera las causas poco o nada importaba, él se ocupaba de todo, se encargaba de que “los malos” dieran con sus huesos en la cárcel. Nos libraba de aquello que nos atenazaba y eso era suficiente para que no indagáramos en cómo se llevaba a cabo el procedimiento, nos valía la máxima de Maquiavelo eso de que “el fin justifica los medios”

El juez quiso más, por notoriedad o por justicia eso solo lo sabe él, pero lo cierto es que quiso más. Se atrevió con Pinochet y el mundo le aplaudió, le ovacionó, le encumbró; su fama había traspasado la frontera de la justicia española, todos se rendía a sus pies. Supongo que derrotar a un dictador le dio alas y debió pensar que desenterrar nuestra historia, con sus muertos incluidos, sería pan comido.

Se declaró competente para instruir la causa de las «desapariciones forzosas» de la Guerra Civil y el franquismo, alimento así la esperanza de todos aquellos que querían justicia para sus olvidados muertos. Al mega/juez se le escapo el pequeño detalle que la Audiencia Nacional no es competente para estos menesteres; el problema surgió en que una vez abierta la caja de los truenos ya era tarde para cerrarla. ¿Qué consiguió organizando tanto revuelo al airear una causa que nadie quiere airear? Destrozó las ilusiones de quienes depositaron en él su confianza de que por fin se hiciera justicia con sus muertos, obtuvo la animadversión de esa parte de la sociedad que se niega a rendir cuentas, para caer finalmente engullido por el sistema que tantas veces había defendido.

Se convirtió, de la noche a la mañana, en el juez a abatir por saber demasiado, porque muchos creen que sabe lo que no tiene que saber y probablemente no lo sabe. Había que eliminarlo, sacarle de la carrera judicial de una forma ejemplarizante y pública; más que nada porque a ningún otro magistrado se le ocurriera seguir sus pasos.

Él sabe que sus días en la judicatura están contados, no es la primera vez que dice sentirse derrotado, derrotado por el sistema que tantas veces le sirvió para encarcelar a traficantes y terroristas. Este mismo sistema que le abre juicio oral (el segundo tras la causa de “la memoria histórica”) al acusarle de prevaricación judicial de forma continuada y violación de las garantías constitucionales por ordenar grabar las conversaciones de los abogados con los principales acusados en la trama Gürtel, a pesar de no constar indicio incriminatorio alguno ni sospecha.

Lo curioso es que el juez tendrá que sentarse en el banquillo antes que los acusados en el caso Gürtel ¿Será que el sistema judicial funciona con lentitud según quien sea el imputado?

Galiana

 

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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