Esperanza Aguirre mediatiza en los medios de comunicación su cáncer de mama, vaya por delante mi deseo que se restablezca cuanto antes. Su enfermedad me lleva a diferentes reflexiones que, me perdone la “líderesa” del PP en Madrid, nada tiene que ver con la política.
Cada día hay miles de mujeres que tienen cáncer de mama o de otro tipo, desde luego no dan un comunicado de prensa para anunciarlo, como mucho reúnen a la familia y como pueden lo explican. Lo hacen con el mismo valor que ella lo ha contado, con las mismas ganas de luchar contra el tumor y vencerlo, con el mismo nudo en la garganta. Como a la Presidenta de la Comunidad de Madrid su familia, sus amigos, sus conocidos le muestran su cariño.
El PP ya ha pasado por situaciones parecidas, me viene a la mente el caso de María San Gil que también, en plena campaña electoral, sufrió un cáncer, al cual tuvo la fortuna de vencer.
A Esperanza su partido no le va a negar ser candidata a la Comunidad porque el PP demostraría que las personas enfermas dejan de ser útiles a la sociedad, y eso resta votos, muchos votos, demasiados votos, lo que traducido al mundo real significa que no va a perder su puesto de trabajo; de este modo todas sus fuerzas puede centrarlas en recuperar su salud.
Ahora imaginemos que es una mujer que no ostenta ningún cargo político, ¿qué pasaría? En su trabajo todos le dirán que no pasa nada, que cuenta con su apoyo incondicional, que para lo que necesite. Un buen día, en medio de una sesión de quimioterapia, le llegará un burofax diciendo que la despiden; que el despido será todo lo improcedente que sea, que le abonarán la indemnización correspondiente, pero que está despedida. La empresa lo hará porque su enfermedad supone un coste que no se puede permitir, y las empresas no son “Hermanitas de la Caridad” sobre todo en los tiempos de crisis que atravesamos.
La diferencia entre el cáncer que sufre Esperanza y el de cualquier otra mujer está en que según sea el coste de nuestra enfermedad, dentro del trabajo que desempeñamos, nos convertimos en ciudadanos de primera o de segunda.
Mi deseo es que Esperanza Aguirre pueda recuperarse de su enfermedad lo antes posible, que todo por lo que va a tener que pasar sea un recuerdo poco agradable. Como ella misma proclama con orgullo, sí así lo deciden los madrileños el próximo 22 de mayo, vuelva a ser Presidenta de la Comunidad de Madrid; pero… no estaría nada mal que aprovechará este periodo de reflexión para darse cuenta de las muchas necesidades que tiene la Comunidad y de cómo afrontarlas para que los madrileños tengamos un futuro mejor.
Galiana