Esta Semana Santa voy a estar por aquí desde este lunes hasta el viernes con «Cuentos de primavera», cada día os traeré un relato diferente para leer y escuchar.
Los fantasmas de la vida
Cuenta la leyenda que en un reino muy lejano vivió un príncipe embrujado por el maleficio de un hechicero.
Desde pequeño siempre había sido un niño dulce y cariñoso, pero al cumplir los dieciocho años cayó sobre él una maldición:
<<Cada vez que se enfadara, se convertiría en un tornado que arrasaría con todo lo más querido para él. >>
Al principio no se lo creía, pensaba que era un cuento de viejas y tampoco le dio importancia, porque él jamas discutía con nadie.
Sin embargo, el hechicero que había lanzado el conjuro no le dejaba tranquilo y, durante noche, metía en su cabeza ideas extrañas:
<<No te quieren lo suficiente>>, <<Tu Hermano se quiere quedar con lo tuyo>>, <<Tu madre no pone todo su empeño en ayudarte>> <<Ellos no te entienden>>, <<No seas tonto, solo debes pensar en tu bienestar>>.
Un día perdió la paciencia y se enfadó con su padre, al que adoraba. Su ira se transformó en el peor tornado visto en la zona. Arrasó con todo lo que había alrededor, incluido su progenitor. Lloró durante días su pérdida y se juró a sí mismo que jamás volvería a perder los estribos.
No lo consiguió.
El siguiente fue su hermano, luego su madre y así fueron sucumbiendo toda su familia y amigos.
Se quedó solo, sin nadie que le ayudara a superar su problema, que se instaló de forma permanente en su corazón.
Entonces, llegó a las puertas del castillo, ya casi en ruinas, un hombre tan igual a su padre como dos gotas de agua.
—¿Quien eres? —Le preguntó el chico.
—Soy tu tío y he venido a ayudarte.
—No creo que puedas. Es mejor que te vayas porque destruyo todo lo que se acerca a mí.
—Un día yo también fui como tú y sé lo que hay que hacer.
—No quiero destruirte —le dijo consternado.
—No lo harás.
Le encerró en una mazmorra y le ató al muro con unas argollas de metal tan grandes que a su lado parecía insignificante.
—Así no vas a conseguir detenerme cuando me invada el odio.
—No es para detenerte a ti, sino para que puedas evitar mi furia. Por mucha ira que tengas, te aseguro que la mía es mayor.
Al día siguiente sufrió uno de sus devastadores ataques al estar encadenado, sin embargo, no pudo hacer nada porque cuando su tío oyó el estado en el que estaba, acudió a la mazmorra y se enfrentó a él sin reparo.
Entre los dos convocaron a todas las fuerzas de la naturaleza y la mazmorra se convirtió en un campo de batalla, donde los dos luchaban sin cesar, uno contra el otro y contra sí mismos.
—No puedo contigo, no soy lo suficientemente fuerte —dijo el príncipe delirando.
—Lo sé.
Los días siguientes, la lucha se repetía una y otra vez y nunca conseguía vencer a su tío.
A los dos años, el chico se rindió. No tenía aliento para seguir adelante.
Ese día le contó a su tío todo lo que había pasado y la vía de escape fácil que había adoptado.
—Por fin se ha roto la maldición —le dijo su tío.
—¿Cómo lo he hecho?
—Porque no existía..
—No lo entiendo.
Si tío comenzó a girar y se convirtió en el hechicero.
—Todo ha sido producto de tu imaginación, todo estaba en tu interior.
—No puede ser.
—Sí, y ahora, has sido tú el que has conseguido salir del pozo en el que estabas hundido.
—Pero lo he perdido todo.
—En ese también te equivocas.
Y fueron entrando todas las personas a las que más quería.
—Yo los puse a salvo hasta que consiguieras tu libertad.
Su madre le acunó en sus brazos y le besó como cuando era solo un niño. Y él sonrió como hacía años que no hacía.
Este cuento está dedicado a todos esas personas, sobre todo adolescentes, que luchan contra sus propios fantasmas: la incomprensión, el alcohol, las drogas, las ludopatías. Son muchos los que sufren en silencio y se enfrentan al mundo en soledad, sin darse cuenta de que su familia está a su lado y sufre en silencio con ellos. Esto es para ti, siempre.
Ahora dale a la ilustración si prefieres escuchar, siempre hay alguna variación
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Te espero mañana con un nuevo relato, no faltes














