Todos nos quedamos con la boca abierta ante un truco de magia, nos impresiona el mago y lo que es capaz de hacer.
El mago
Mis padres tenían por costumbre llevarme a espectáculos de magia cuando era niño. Siempre me parecieron apasionantes, sublimes, a mi corta edad me parecía que encerraban la esencia de la vida. No es que fuera más inteligente que los demás, hacía lo que todos los niños, me quedaba embobado viendo al mago mover las manos de un lado a otro mientras hacía desaparecer objetos, sacaba conejos de la chistera y demás cosas que suelen hacer.
Mi madre ante el asombro que aquello me producía y ante mi insistencia por tratar de averiguar cómo podía realizar todo aquello me decía:
—Serías más feliz si te dejas llevar por la magia en lugar de intentar adivinar cómo lo hace.— Mamá y su asombrosa capacidad de explicar las situaciones que ni ella misma entendía.
Con el tiempo descubrí que mi madre nunca fue más que una mera espectadora, jamás entendió en qué consistía la magia, simplemente se dejaba llevar por el primer ilusionista, incluido mi padre, que pasó por su vida. La pobre no dio para más, las rígidas normas bajo las que fue educada no le dejaron. Era inteligente, los convencionalismos sociales doblegaron su intelecto y la llegada de mi padre hizo el resto.
Dejando a mi madre un lado, dado que lo único importante que hizo fue traerme al mundo ya que mi educación fue completamente ajena a su persona, mi máxima obsesión durante gran parte de mi niñez y adolescencia se centró en descubrir el truco o, mejor dicho, los trucos de los magos.
Aquello me llevó un montón de tiempo porque había muchos y muchos magos. Supe que la cosa no es tan complicada como parece. Al fin y al cabo, no es más que un espectáculo basado en el engaño, donde se distrae al público para hacer lo que tú quieres delante de sus ojos.
Una vez asimilé que aquello era tan sencillo tomé la decisión de formar parte del espectáculo de la magia. Hoy, gracias a mi perseverancia, ya sé dónde está el truco, maldita sea esta palabra.
No soy ningún mago, ni tan siquiera un ilusionista, no llego ni a ser alguien que hace juegos de cartas con las manos, tampoco soy actor, ni pertenezco al mundo de la farándula, me dedico a un oficio donde soy un poco de todos ellos.
Mi profesión no tiene un nombre específico, tampoco me hace falta. Si mi madre saliera de su tumba y viera lo que hago sentiría tal vergüenza que volvería a morirse del susto. Con mi padre hace años que no me hablo y no sabe qué es de la vida de su hijo, tampoco tiene mucha importancia esta cuestión.
Volviendo a la profesión que tengo, a lo que soy, a lo que me dedico. Soy un inigualable estafador, con todas las letras. Me he convertido en un maestro del engaño, sí. Mi vida es una auténtica mentira y la tuya gracias a mí también, y ni siquiera te das cuenta de ello. Robo por necesidad, las facturas no se pagan solas; por placer, podría vivir con menos lujos.
Seduzco a hombres y mujeres, no le hago ascos a nada, en esta vida no hay que ser escrupuloso y mucho menos con las personas que, como mi madre, no ven más allá de la ilusión que alguien crea para ellos a sabiendas de que van a soltar su dinero por un truco de magia conocedores de que ésta no existe.
La importancia de todo esto reside en que el truco no se vea, es por lo que paga el respetable. Suele haber denuncias de por medio si la farsa deja de serlo, si se convierte en una realidad fea, molesta y engorrosa. Nadie quiere asistir a un espectáculo así.
Las consecuencias serían terribles para mí, algo como eso destrozaría mi prestigio, ese que tanto me ha costado conseguir. Este no te llueve del cielo, no se consigue de la noche la mañana, hay que trabajar duro, ser avispado, buscar la presa perfecta. Yo lo tenía fácil, sólo tenía que pensar en mi madre.
¿Tú eres de los que buscas cómo lo hace el mago o tan solo te interesa ver el espectáculo? Si asistes para ver la magia entonces eres presa fácil, caerás en mis garras, te seduciré con mi encantadora sonrisa, con mi palabrería barata de charlatán, mis manos distraerán tu atención mientras hago mi mejor truco, incluso ni siquiera tendré que hacerlo si resulta que no eres más que un patán.
Pónmelo un poco más difícil, haz que sea un reto. Recuerda: De mi magia nadie escapa. Salvo que yo quiera.
Galiana














¡Me ha gustado mucho porque es totalmente cierto! Un abrazo
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Mil gracias!
😘😘😘
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