Decía Abraracúrcix que sólo temía que el cielo se desplomase sobre sus cabezas. Hay días de tormenta que me siento igual que él, el jefe de la aldea gala que resistía una y otra vez al invasor. Si además ando por el campo, como en esta ocasión cerca de la EMT de Entrevías, aumenta la sensación de fragilidad frente a la tormenta en que vivimos constantemente.
