
Compasión
Ayer, o puede que tal vez fuese hoy, no recuerdo exactamente el momento, hablé frente a frente con la Muerte. Llevaba un color sobrio, los párpados y los pies cansados de tanto peregrinar. Estaba allí, sentada en la línea del tren. En esta ocasión no vestía su típico negro, ni ningún color; se veía cada vez más apagada. Juro que sentí pena de ella, hace mucho tiempo que espera la vida.
