
Réquiem
A los ojos de dios, quiso presentarse, arrodillado frente al altar de la pequeña ermita. Allí ocultando su cara entre las manos, en la penumbra, respirando una mezcla de soledad e intenso olor a humedad, como si solo allí, dios pudiera verle. Como si por arte de magia, el resto de su miserable vida fuera un capítulo aparte, como si dios no le conociera y pudiera engañarle. Toda la vida negándole y en su último suspiro, rogó por su recién conocida alma y murmuró el nombre del padre.
@nataliadocampo
