Catalepsia (El lugar), un relato por entregas de @AlexFlorentine

 

Ayer terminamos así

—Otra vez a limpiar el puto coche… —refunfuña en alto el conductor, al que ella ya no oye.

Continuará…

 

 

Hoy comenzamos…

 

El lugar

Gala abre los ojos, los párpados le pesan como si fueran persianas estropeadas. Como capítulos de una película va viendo fragmentos de la habitación donde se encuentra. Paredes de color melocotón descolorido, un armario, una mesita y una silla blancas. En una esquina, al lado de la puerta, hay un pequeño lavabo de pared y un inodoro, tras una pared de pavés de vidrio. Se intenta incorporar y con bastante mareo se sienta en la cama, sin cabecero, y mira hacia la ventana viendo que tiene rejas. Pasea la vista por el techo y la baja sobre la puerta de la habitación, una puerta similar a las cortafuegos de cualquier edificio y con una ventana de ojo de buey.

—Pero ¿qué…?

Lleva una especie de camisón entrado en años y del color de las paredes. Unas zapatillas blancas la esperan en el suelo. Se levanta tambaleándose y arrimada a la pared, sujetándose, va hacia la puerta. Pues sí, la puerta es metálica y tiene cerradura y una trampilla a la altura de la cadera.

—Esto es una puñetera película, no me jodas… —murmura.

La manilla, por supuesto no cede y apoya la oreja en el metal. Fuera, a lo lejos, oye murmullos y lamentos… Y al poco pasos que se detienen delante. Levanta la vista hacia el ojo de buey y ve la inexpresiva cara de un hombre.

—¡Ponte para atrás! —le ordena.

Asustada, trastabilla hacia atrás tropezando consigo misma. Por suerte se puede apoyar en la mesita y no llega a caerse. La cerradura suena y la puerta se abre lentamente. Delante de una delgada mujer con una bandeja, entra el hombre que la miraba antes desde el vidrio. Por la indumentaria parece un guardia de seguridad, pero loco.

La muchacha la mira con pena, está escuálida y tiene mala cara. Le deja la bandeja con comida sobre la mesita e inclina la cabeza. El hombre la empuja rápido hacia la puerta, mira a Gala serio y sale, cerrando.

En la bandeja hay una tortilla francesa, un zumo de naranja, un bollo de pan y una manzana. No tiene ni idea de qué hora es. No tiene ni reloj, ni nada…

Se sienta en la cama muy asustada, pero las drogas evitan que entre en un cuadro de ansiedad. Vuelve a levantarse y mira por la ventana; por entre los barrotes ve un inmenso terreno y algunas personas de blanco. Parece una residencia, un hospital o algo así. A lo lejos, de repente, oye aullar a una mujer; no entiende lo que dice, pero pone los pelos de punta. Vuelve a la puerta arrastrándose gracias a la pared y escucha.

—¡Ya viene! ¡Está de parto, joder! ¡Antes de tiempo! ¡Preparad el quirófano, ya!

Ve pasar cabezas al otro lado del ojo de buey, de un lado a otro. Y de repente, la voz de la mujer se hace perfectamente audible aunque no llega a verla.

—¡Sacádmelo ya! ¡Voy a reventar!

De repente, delante de ella aparece la cara del hombre de antes, sonríe y se da la vuelta. Gala no puede ver más, tiene la nuca de él al otro lado. Sin embargo, lo que oye asusta…

Silencio.

Se sienta de nuevo y se pone a comer mecánicamente. Lo que está pensando es de película, mucho. De repente nota un tirón en el abdomen y calor vagina abajo. ¿La regla? Si acaba de tenerla.

Mañana más…

@AlexFlorentine

 

 

Acerca de Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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