
Esta manía de intentar meterse en cada rincón de nuestras vidas no respeta ni siquiera lo que comemos. He de reconocer que yo como de todo, soy poco selecto y menos escrupuloso, lo que se decía (antes, no se ahora) de buen comer. Y agradecido un rato, todo me sabe bien y no es por deferencia a quien lo haya cocinado sino porque disfruto comiendo.
Me gusta también la carne, ya me gestiono yo las veces que la como y cuál cómo, básicamente por el precio que tiene y por lo que yo considere conveniente.
No creo yo que los pedos de las vacas sean tan apocalípticos como les ha dado por decir a los telepredicadores de turno.
Hagan el favor de no meterse en mi despensa, ni en mi vitro ni mucho menos en mi plato.
Dejen a las terneras y a las personas en paz, si no es mucho pedir.

