
Los primeros meses de la pandemia, aquellos en que a las ocho de la tarde salíamos a los balcones a aplaudir a nuestros sanitarios por el descomunal esfuerzo que estaban (y continúan) haciendo, aquellos en los que nos preocupamos por hacerle la compra al vecino para evitar que tuviera que salir a la calle y enfermar, aquellos días quedan tan lejanos que parecen pertenecer a otro año, a otro siglo.
Muchos pensamos que esa solidaridad, esa empatía, ese espíritu navideño que estábamos viviendo en marzo y abril nos iba a acompañar mientras el virus estuviera por aquí. ¡Ilusos!
De todo aquello ha pasado un mundo, no queda nada salvo la COVID, contagiados, muertos, desolación, cansancio, ruina, incertidumbre…
En Navidad a todos nos gusta salir a la calle, ahora mismo hacerlo es darte de bruces contra la hostilidad, aspirar la agresividad que cada uno de nosotros depositamos en el ambiente. Estamos vomitando en las aceras todo aquello que no podemos respirar en nuestras propias casas, en nuestros trabajos (quienes aún los conserven).
Hemos entrado en esa espiral de mirarnos el ombligo, somos incapaces de pensar en familias con enfermos por la COVID o con alguna patología agravada porque el sistema sanitario ahora no da para tratarla como debería; no nos ponemos en los zapatos de quienes han perdido un ser querido, no se han podido despedir de él y su duelo será casi imposible de cerrar; hemos llegado al extremo que no querer oír ni hablar de las familias donde la devastación económica ha entrado sin ser invitada haciendo que las facturas se acumulen impagadas colgadas en imanes en las puertas de los frigoríficos vacíos.
Este año no ha sido pésimo para unos cuantos, lo ha sido para toda la humanidad.
Esta Navidad será diferente como también lo será el comienzo del nuevo año, dará igual lo adornadas que estén las calles, la empatía se nos agotó en la primavera, ahora sólo hay egoísmo en cualquier esquina; sólo sobrevivimos porque hace tiempo la convivencia se fue por el alcantarillado.
Da tristeza pensar que la COVID ha sacado lo peor de nosotros, el egoísmo, la agresividad, la impaciencia, la insolidaridad,…
No se trata de juzgarnos los unos a los otros. Estamos implantando otra forma de vivir, que no de convivir, y tal vez ni nos estamos dando cuenta de ello.
¡Felices fiestas!
Galiana

Yo no diría que el COVID ha sacado lo peor de nosotros, eso ha estado siempre ahí, ahora lo expresamos sin tapujos, no sé si amparados tras la mascarilla o simplemente por estar hasta los mismísimos del virus y de estar presos en nuestras propias casas.
Felices fiestas, sin ironía ni sarcasmo, pero con mucho cariño.
Besos.
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Felices fiestas para ti y los tuyos 😘😘😘
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😘😘😘
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Brillante, certera y descarnada entrada! Un cálido saludo.
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Desde esta columna de los lunes te deseo Felices fiestas para ti y los tuyos 😘😘😘
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