Soy el perdedor de la fiebre del Whisky,
hallador de lingotes en el agua
mezclado entre monstruos y opiáceos
que comienzan incendios ignífugos,
cefaleas plagadas de cenizas
Mientras se escuchan los susurros de una Biblia
ensordecedora, atea y cristiana;
y se me repiten en la garganta
las siete plagas de Egipto, hay carreras
en mis venas análogas a medias
de fulanas.
Aspira, que se nos muere la yerba.
Asfixia, un ahogamiento en perfume
de narcisos, puentes hacia Terabitia
basados en corazones de tiza
pintados con perdigonazos de heroína.
Mordisquea la víbora del Génesis
e inyecta fruta prohibida en mis pies
desnudos en un otoño estival
mientras le planto cara a mi vida.
El consumo lo describe cual abismo
y entre verdes, mariachis y unos whiskeys
me replanteo, borrosa, tu sonrisa.
Mata la yerba, que llegan los verdes
@pedrorguezfdez