La sensatez está sobrevalorada, y la intensidad ni te cuento. Respecto de la cordura sería mejor que no hablásemos no vaya a ser que termine por romper el encanto de la impulsividad que se ha impuesto de un tiempo a esta parte, ése que reviste nuestras actitudes de un conformismo mal ensayado ante el espejo

Estamos posicionados en un infantilismo absurdo desde el cual tratamos de buscar con desesperación una seriedad fingida en todo lo que hacemos. Necesitamos arrancar de raíz cualquier vestigio de travesura maliciosamente inocente.

No somos conscientes que con nuestro comportamiento provocamos desconfianza y, lo que es peor, todo esto nos aboca a convertirnos en seres que tienen el capricho conductual por castigo.

Añoro los tiempos en que éramos tal cual, sin tantos artificios, con una brutal naturalidad desbordante, ésa que nos hacía ser nosotros mismos, únicos y tan diferentes los unos de los otros.

Galiana