Suele suceder que no distinguimos la persona del personaje.
Idolatramos al personaje, actor, escritor, cantante, pintor, escultor… Sin pararnos a pensar la persona que hay detrás. Esta comete un error, a nosotros se nos cae el mito y como somos tan geniales aborrecemos sus películas, dejamos de comprar sus libros, nunca más volvemos a sus conciertos, ni pisaremos exposición alguna suya.
Lo dicho, somos geniales
Galiana












Sí, por lo que a uno le dicen, así ocurre. No se repara en separar al autor o intérprete -muchos de ellos aborrecibles- de la obra y su valor intrínseco, o simplemente el acuerdo de nuestro gusto. Quien así actúa, a mi juicio, pierde grandes ocasiones de placer artístico. Un abrazo.
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De regreso el abrazo 👐👐
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