La otra tarde mi hermana y mi cuñada me preguntaron si podía quedarme con mis sobrinas, ambas de seis años, porque necesitaban un respiro.
Las niñas se llevan un mes de diferencia, se ven muy a menudo, juegan muy bien juntas, pero no van al mismo colegio ya que mis dos hermanos y sus familias no viven en el mismo barrio.
Como me apetecía ser una tía guay, y aunque sus madres me las trajeron a casa con sus propios juguetes, yo les había comprado unas muñecas para que se entretuvieran.
Me senté a leer en el sofá mientras ellas estaban a lo suyo, inventándose historias, como hemos hecho todas a su edad con sus nuevas muñecas.
No le estaba prestando mucha atención a su charla hasta que una de ellas dijo:
—En mi clase hay un niño nuevo que tiene dos mamás y no tiene papá.
Al momento la otra respondió.
—Mi tío me ha dicho que cuando nazca mi primo también va a venir a mi cole.
Las niñas seguían jugando sin darle mayor importancia a la conversación que estaban manteniendo. Yo no iba a tener ningún hijo, mi hermana (la madre de una de las niñas tampoco), así que el nuevo primo debía ser por parte de mi cuñada. Ésta sólo tiene un hermano que desde hace años convive con su novio.
Sin moverme del sofá para no resultar demasiado agresiva le pregunté a mi sobrina.
—¿Cuándo vas a tener el nuevo primito?
Fue entonces cuando dejó de jugar, se acercó hacia donde yo estaba, y bajando la voz me respondió:
—Mi tío Juan y mi tío Miguel me han dicho que en unos meses voy a tener un primo, que va a nacer en otro país de la tripita de una mamá porque ellos no tienen tripita. A mí sólo me importa que se va a llamar Iván, y que cuando sea mayor va a venir a mi cole.
Después se fue de nuevo a jugar con su prima. A mitad de trayecto entre el sofá y la alfombra donde estaban jugando se giró, me miró, y me dijo de nuevo en voz baja:
—Recuerda, no se lo puedes decir a nadie, es un secreto.
Galiana
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