El arte imitando la vida

El arte imitando la vida, ¿o era la vida imitando el arte? La verdad es que no lo recuerdo. No puedo hacerlo porque en mi mente lo único que encuentro es que mi oficio consiste en crear historias de ficción, pero ni siquiera sé por qué lo hago. Supongo que la finalidad es lograr que personas totalmente ajenas a mí y a cuánto me rodea, a las que con toda probabilidad nunca llegue a conocer tengan la convicción de que cuanto están leyendo les podría pasar en ese preciso momento.

Partiendo de la única idea que tengo en mi cabeza me he sentado delante del ordenador no por voluntad propia. Un hombre con una bata blanca que se presentó como el doctor no recuerdo el nombre, y maldita la gana que tengo de hacerlo, ha insistido en que realice dicha tarea. Afirma que la única manera de volver a recuperar la memoria perdida tras el accidente de tráfico, del cual tampoco tengo ni puñetera idea, es volver a escribir. Este médico afirma que necesito hacerlo para recuperar mi vida. Me planteo si quizá mi desmemoria se deba a que realmente necesito evadirme de todo lo que me rodeaba porque tal vez no me gustaba.

Es todo tan extraño. Vivir sin saber nada de lo que te ha sucedido. Nada es nada. Ni siquiera sé cómo me llamo, el médico dice que Galiana, pero tampoco sé si ese es mi verdadero nombre.

Miro la pantalla en blanco, el teclado negro, el ratón negro y al médico tan vestido de blanco. Pongo las manos sobre las teclas y no sé cómo se hace, así que con un solo dedo voy aporreando letras para que aparezcan palabras con las cuales formar una frase coherente, creíble, pero algo en el interior de mi cabeza me dice que no todo vale.

El médico no para de hablar. No deja que me concentre en nada. Me dan ganas de gritarle que si quiere que escriba al dictado que lo diga y escribiré cada cosa que salga de su boca.

El tipo de la bata blanca me cuenta que yo iba al volante, que tenía una reunión con un grupo de lectores en una conocida librería de Madrid.

Deduzco que si me reúno con la gente que me lee, debo ser una escritora con cierto nombre, pero no estoy segura. Desconozco si viajaba a Madrid para reunirme con ellos porque resido fuera o donde vivo realmente.

Según el médico otro vehículo conducía en dirección contraria por la M40. No me suena de nada la M40, como tampoco el que yo sepa conducir.

-Un choque frontal, un impacto brutal…

Sigue relatando. No sé si intenta que escriba eso en la pantalla del ordenador, pero no puedo hacerlo porque soy incapaz de imaginar los hechos que me describe, tal vez porque suena a informe y no ha relato. No sé porque tampoco sé cómo se escribiría un informe.

Al ver que no escribo nada el médico ha dejado de hablarme del accidente, pero no de sus consecuencias. Estuve en coma inducido durante siete días.

¿Coma inducido?, ¿eso qué diantres es? Debo estar poniendo una cara de gilipollas increíble, pero él sigue soltando su rollo como sí alguien se lo hubiera escrito y tuviera que recitarlo de memoria.

Me apetece gritarle que me está saturando con tanta información sobre cosas que ni sé, y que tampoco quiero saber. Él sigue y sigue contando que me despertaron del coma, y que desde entonces tengo amnesia temporal. Por lo visto lo único que soy capaz de recordar es que soy escritora, curioso cuando no tengo ni idea de cómo se escribe.

Este tipo de la bata blanca me está exasperando. No va y me suelta que él no está aquí para ayudarme, que soy yo la que tengo que buscar en mi memoria el mecanismo para salir de mi amnesia. Estoy empezando a dudar que este tipo no es médico, y si lo es le dieron el carné en una tómbola.

¿Por qué he dicho eso si realmente no sé qué se necesita para ser médico ni mucho menos qué es una tómbola? ¿Estarán relacionados ambos conceptos? No tengo ni idea pero tampoco me importa, yo sólo quiero que deje de martillearme la cabeza con tantas imbecilidades sobre el método personal e intransferible que cada escritor tiene.

El tipo me suelta que llevo ocho meses en esta situación, que o encuentro la manera de volver a ser yo o la amnesia dejará de ser temporal y será para siempre.

¿Qué he estado haciendo en estos ocho meses? ¿Cómo es que no recuerdo estos últimos ocho meses? ¿Cómo es que yo juraría que a este hombre no lo he visto hasta el día de hoy?

Acaba de decirme que vamos a probar un nuevo método. Me va a dejar a solas con el ordenador para ver si así encuentro el dichoso mecanismo que me devuelva mi vida anterior al accidente.

Estoy sola. Las paredes están acolchadas. Llevo un vestido blanco atado a la espalda y nada más, salvo los pies envueltos en una especie de calcetines de papel de color verde. Ahora que lo pienso, no debo estar tan mal de la memoria cuando recuerdo los colores y las texturas.

Colocó las manos sobre las teclas. No sé bien por qué las he puesto así. Miró la pantalla del ordenador y leo…

“Es cierto que sufrí un accidente de tráfico camino de una reunión con un grupo de lectores en una conocida librería madrileña, como también lo es que estuve en coma inducido, y como consecuencia de ello tuve amnesia temporal.

Desde siempre he vivido en Madrid, pero no nací aquí.

El tipo de la bata blanca no es médico ni nada que se le parezca. Se aprovechó de mi falta de memoria para secuestrarme en el hospital donde estaba ingresada.

Desde hace ocho meses me tiene encerrada en una habitación aislada. Intenta hacerme creer que estoy en una institución mental para recuperarme de una amnesia temporal, lo que no sabe es que hace tiempo recuperé la memoria y le hago creer que sigo en ese trance.

Lo único que busca es que escriba un libro para poner su nombre como autor en el mismo. Está convencido que tengo talento para esto de juntar letras y, sobre todo y lo que es más grave aún, tiene el pleno convencimiento que los escritores somos ricos, cosa que no es cierto en absoluto, al menos en mi caso.

Si estás leyendo esto es porque de alguna manera he podido sacar lo que estoy escribiendo tratando de buscar ayuda para salir de este encierro al que estoy sometida en contra de mi voluntad.

No puedo darte datos sobre donde me encuentro, por lo que sé que es muy difícil que puedas localizarme, pero aún así lo intento.

Si lees estás líneas avisa a la policía. Dale la información que te he proporcionado. Supongo que ellos sabrán qué hacer, como sacarme de aquí, como devolverme a mi vida.”

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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9 respuestas a El arte imitando la vida

  1. JM Vanjav dijo:

    Dicen que los olores no se olvidan. Roba o soborna a quien sea para que te traigan un vaso de bourbon. Su aroma será la llave, y su sabor la fuerza, que abran tu memoria y te devuelvan los recuerdos perdidos. 🥃👍

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  2. antoncaes dijo:

    Jajaja. Ya decía yo que tenías mucha retórica para no tener memoria. Busca la luz Lorryene, ve hacía la luz. 😉

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  3. torpeyvago dijo:

    Fantástico relato, que me hace pensar si los escritores tremendistas —o tremebundos—no somos en realidad unos psicópatas que desahogamos nuestro sadismo en los personajes. ¿Alguno se atreve en alguna ocasión en hacer realidad estas ficciones? Es cuestión de verlo en la historia ¿Un mal escritor es un buen sociópata? ¿O viceversa?.

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  4. Agnodice dijo:

    Me has dejado intrigada: ¿que pasaría si el médico supiera que disimulas tus recuerdos? Que situación la descrita aquí!

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  5. Alberto Mrteh dijo:

    Espero que ya hayas salido de tu encierro. Si no es así, hazme una señal.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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