Las cosas suceden porque tienen que suceder, es inevitable que así sea. El mundo no se para porque haya decidido odiarte, ni porque como venganza quiera escribir todos los trapos sucios de tu paupérrima vida.

Convertir tu vida en un relato, desengáñate, no es algo que mis lectores quieran conocer. Es verdad que deberían porque sólo así podrían conocer la verdad.

La verdad contada por una sola de las partes no sería ni la mitad de la verdad. Incluso puede que no sea ni la verdad, aunque tampoco será una mentira completa. Todo quedaría reducido a una versión sobre ti pasada por el tamiz de la mente de una escritora con una imaginación desbordante.

El odio que siento por ti, ¡hay que ver lo que te he amado!, es quien me martillea mi cabeza para que escriba una historia donde el protagonista eres tú.

No voy a gastar ni un segundo de mi imaginación en hacerlo, ni un milímetro de papel para rellenar con palabras, ni unas gotas de tinta. ¿Sabes por qué? Porque de hacerlo estaría concediéndote un castigo que por otra parte mereces, bien sabes que te has hecho acreedor del mismo, pero ¿quien soy yo para mancharme las manos de esa manera?

Creo que tu pecado lo único que merece es el olvido y eso es a lo que desde ahora mismo has quedado reducido.

Galiana