Aunque alguna vez lo hemos hablado, pero en profundidad y abiertamente no mucho, soy supersticiosa y maniática hasta la saciedad. La mío no son caprichos de grandes estrellas del cine o de la música, tiene que ver más con no pasar por debajo de escaleras, con llevar los calcetines del revés para que no me echen mal de ojo… son esas pequeñas cosas que no se cuentan pero que se tienen que cumplir, exigir llegado el caso.

Para que te vayas enterando, no me baño en leche de burra porque esas cosas me resultan asquerosas, ni me tomo el café en una taza que he tenido que lavar tres veces, eso está relacionado con las personas que sufren de trastorno obsesivo compulsivo, lo mío tiene otros tintes.

No es la primera vez que te cuento que escribo en un cuaderno en blanco y con una pluma cuya tinta tiene que ser roja o verde. La pluma da igual del color que sea, mientras tenga el trazo fino me vale, no quiero que sea de marca  porque como soy un poco descuidada la dejo abierta encima de la mesa y no es la primera vez que cae rodando al suelo al entrar en acción la ley de Murphy, efectivamente, la punta a freir morcillas. Las plumas con pedigrí las colecciono, faltaría más; con ellas suelo acudir a las firmas de libros, no para pegarme el pisto, que eso es algo que no me gusta, sino por sacarlas de paseo y que vean mundo, y porque además en caso de que sufran algún percance entraría dentro de lo que se llama accidente laboral y lo cubriría el seguro.

Sigamos con lo de las manías y las supersticiones que tengo, seguro que te gusta.

Los martes y los viernes 13 no trabajo. Como acabas de leer, me los tomo de asueto. Tampoco firmo ningún contrato para un nuevo libro. Es cierto que en martes y 13 una vez presenté una novela. No fue mal la cosa, cierto es, pero ya sabéis aquello de que la excepción confirma la regla así que una y no más. También es cierto que en algún que otro trece que no era martes ni viernes he hecho alguna que otra cosa de las que no me apetece hablar porque no salieron como debían, así que definitivamente los 13 no son lo mío.

El rosa es un color con el que tengo una relación especial. Cuando era universitaria tenía una camiseta que utilicé durante toda la carrera para ir a los exámenes, supongo que gracias a ella aprobé, (lo de estudiar eso jamás, todos los vicios no se pueden dar). Cada vez que visto, de forma casual, de ese color me pasan cosas importantes, de esas que marcan en algún sentido tu vida. Como estás imaginando en mi armario hay bastantes cosa rosas pero, aunque te lo parezca, no soy una Pink Lady.

Hablando del rosa pero no de colores sino de olores. El gel de ducha, el agua de colonia supongo que has averiguado a qué huelen. En cambio el detergente para la lavadora que sea de jabón de Marsella, no me des otro porque entonces me pica el cuerpo, eso es una manía no una superstición.

No sé si te parezco excéntrica con todo lo que te he contado, tal vez un pelín. Lo que tienes que hacer es quedarte con que para escribir necesito un cuaderno blanco, una pluma con tinta roja o verde, una taza de café con canela en invierno y de té con canela frío en verano, y, por supuesto, que mi vecino de arriba no ponga el volumen de la televisión para todo el barrio.

Lo demás… lo demás que te he contado simplemente me apetecía hacerlo, que luego me acusas de ser muy misteriosa contigo.

Galiana