Ella siempre se jactaba de ser una mujer sincera, y a fe mía que siempre fue así.
En aquel tiempo yo hubiera jurado que lo suyo era un arte que consistía en dominar las palabras, los silencios, las situaciones, los tiempos… Medía cada una de sus frases milimétricamente y así era difícil que las piezas no encajasen de manera exacta.
Era una mujer astuta. Su táctica estaba basada en relatarme la cantidad de verdad que yo precisaba conocer en el momento adecuado, con lo cual nunca había una mentira.
Adornaba sus frases con un silencio. Este podía ser desconcertante si lo creía oportuno, malvado cuando le convenía, seductor la mayoría de las veces, pero al fin y al cabo era un silencio ajustado a un tiempo y a una situación concreta que le favorecía.
Por si no lo has notado hablo de ella en pasado. ¿Quieres saber por qué? Quizás, sólo quizás, no era tan dominadora de las palabras ni de los silencios como se creía.
Una noche, harto de sus manipulaciones, le descerrajé dos tiros en mitad de la frente.
Galiana
Un final inesperado…
¡Saludos! 🙂
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Gracias 😘 😘
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Los asesinos siempre tienen una disculpa para sus actos…
Un abrazo.
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Suele pasar
😘 😘 😘 😘
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Qué crudo. Me encanta.
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Muchas gracias 😋 😋 😋
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Jamía, qué bestia. No lo he visto venir.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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Es lo que hay
😘 😘 😘
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No esperaba un final tan fatal. Muy acertado. Un saludo.
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Muchas gracias 😋 😋
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same beauty
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Gracias
😉😉😉
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