Estoy de promoción de mi último libro El beso de la muerte, la esperada segunda parte de La cruz del tiempo, pero por supuesto tengo tiempo para escribir relatos para Galianaycía.

Cartas desde mi soledad 

Mi querido esposo, hace ya dos años que te marchaste a la guerra y me dejaste sola y en un estado de tristeza del que me resulta muy difícil salir. Te añoro tanto que ni siquiera me alegra la primavera cuando se asoma a nuestra ventana.

Las niñas crecen sin un padre al que abrazar y mi interior se revela ante esta injusticia. Ya sé que ha sido inevitable y que si no hubiera sido por las circunstancias, jamás te habrías apartado de mi lado, sin embargo, esto no apaga el dolor de tu ausencia, ni las noches en vela desconociendo si estás vivo o muerto.

La vida en el castillo es fácil y no tienes que preocuparte de nada, porque sabes que soy buena administradora.

Lo peor de tu ausencia es esta falta de noticias, esta ignorancia en la que me veo sumida. De vez en cuando llega alguno de tus hombres herido y lloro en silencio por el temor de no volver a verte nunca más.

Ni siquiera sé si recibes mis cartas, porque jamás llega respuesta.

A veces me siento demasiado sola y desvalida, me consume la agonía y la desesperación. Sé que he de ser fuerte y valiente por el bien de las niñas.

Te necesito a mi lado, sobre todo en las frías noches de invierno, en las que tu ausencia se vuelve insoportable.

Ya sabes que cuando te marchaste, tu madre, con toda su buena voluntad, se quedó para hacerme compañía. Es una mujer con una salud de hierro a la que admiro y su apoyo ha sido decisivo para levantar mi moral, sin embargo, ha tenido que marcharse, con todo el dolor de mi corazón.

Ha habido veces que he deseado acabar con esta sinrazón y salir en tu búsqueda. Si no lo he hecho ha sido porque sé que he de comportarme como una señora en todo momento y eso sería un signo claro de debilidad ¡Qué difícil es la vida de la mujer en estos tiempos! Si hubiera sido hombre,  nada me habría apartado de tu lado.

Lo único bueno que he sacado de todo esto es que tu familia es adorable, sobre todo tu hermano pequeño, Jamie, que no deja que caiga en el pozo de la desesperación. Es muy parecido a ti, quizás un poco más alto y ya no es tan desgarbado como cuando era joven, ahora es muy fuerte y varonil. Tu madre quiere que se case en breve, aunque yo no veo necesidad en ello. Yo creo que sería mejor que primero disfrutara de la vida, que ya tendrá tiempo de enamorarse.

Tu prima Lavinia viene cada dos semanas a visitarnos. Es muy agradable, aunque a mí no me cae muy bien. No he sido capaz de perdonar aquel encontronazo que tuvimos por el beso furtivo que te dio. Me has dicho cientos de veces que fue una tontería y que me amas con toda tu alma, que ella jamás significó nada para ti, no obstante, sabes que soy muy celosa y no puedo evitarlo.

Necesito volver a tenerte en mis brazos, necesito tus besos ardientes y tu pasión cuando hacemos el amor. Te necesito más que el aire que respiro, porque lo eres todo para mí.

Y ahora debo seguir con mis obligaciones rutinarias, porque el castillo sigue su vida sin mirar atrás.

Por cierto, quiero que sepas que el mes pasado volviste a ser padre: esta vez, por fin, es un varón.

Sé que esto te va colmar de alegría puesto que querías un heredero y con tesón he conseguido dártelo. Es igual que tú cuando era pequeño, o al menos eso es lo que dice tu hermano. Tu madre está un poco enfadada porque no fue avisada en el momento del parto, sin embargo, sé que en cuanto vuelvas, todo se solucionará.

Solo me queda pedirte que regreses pronto, sano y salvo.

Tu amada esposa que no te olvida.

@mcnavas1