Y Cía… con Natalia Docampo: Sin son

Las teclas del piano, sonaban tan distintas.

Sus dedos se paralizaron su alma quedó suspendida y aquello, ya no sonaba a música.

—¡Joder! ¿Eso es todo?

Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres, probando el micrófono.

Haré caso al consejo de mi terapeuta, para cuando mi pensamiento divaga.

No es justo, ni agradable que sepas, querida yo misma, cuando me escuches, que no reconozco mi voz, cuando te dé a ti por escuchar la grabación. En fin; empecemos por el principio.

Soy Cassandra, escribo historias, relatos, cuentos y a veces zarandajas (creo que eso es lo que estoy haciendo ahora). Vale, ahora que ya sé quien soy, debería decirme, el porqué de esta confusión.

He perdido a mis musas.

Hace unos días, me proponía empezar a escribir como de costumbre, después de despedir a los míos en el quicio de la puerta de casa y como de costumbre, salieron pitando a sus quehaceres diarios.

Me senté frente al ordenador y ante la página en blanco, decidí, releer mi libreta de elementos de argumentario, para recordar sobre que tenía pensado, para empezar a escribir mi historia.

Pero allí solo había apuntado unas cuantas frases, que no me aclaraban demasiado.

¡coño ! uy!! perdón, perdón. Que mal se me da recordar!

Bueno. Como con aquellas pocas ideas desordenadas, no veía viable empezar texto alguno, decidí salir a pasear para abrir mi mente y cometí la estupidez de llevarme a Pepa conmigo…Pepa es la perrita más preciosa del mundo. Es una mestiza hija de las mil leches, inteligente como una zorra y cariñosa, muy cariñosa sobre todo si tiene el celo.

El caso es que caminábamos por el bosque aledaño a casa, cuando Pepa oteo en la distancia, a un perrazo imponente y salió disparada, sin mirar atrás.

Yo no estoy segura de si fue en aquel momento, cuando perdí a mis musas, cuando salí corriendo detrás de Pepa, gritando su nombre, como una loca, rogando que aquel animal que ella vio de lejos fuera otra hembra.

Como era de esperar ella corría más que yo, y cuando llegue a su lado, resoplando y arrebatada del coraje que me daba su desdén y mi incapacidad para ser la líder de la manada- juas- casi me da un soponcio.

Por suerte, el perro no le hizo caso alguno. Su propietaria me contó, que prefería a sus congéneres masculinos. Jajajajaja . Yo 0 Pepa 0

Bueno, después de aquello, le puse la correa y continuamos el paseo sin más sobresaltos. Aunque ya en aquel momento me sentía un poco rara.

Cuando llegamos a casa ya era media mañana y fue entonces, cuando al ir a la cocina para preparar un café, oí un ruido en el despacho y recuerdo que pensé: Es el gnomo que juega con los lápices del escritorio. Pepa olisqueo el aire y fue a su encuentro. Aunque en aquella ocasión, no pudo atraparlo.

Gnomo1 Pepa0

—Tras, tras, mira detrás.

¡Ay!…Puede ser, que las musas no vinieran de paseo aquella mañana con Pepa y conmigo. A veces están tan calladas que su presencia pasa desapercibida. También son capaces de corretear alejadas de mí y en circunstancias excepcionales se acurrucan sobre la ropa de los niños pequeños mientras juegan en el parque.

¿Pero entonces? A ver, alma de cántaro. Si, si, esa soy yo.

Si se extraviaron en el bosque, cuando salí corriendo tras Pepa, ya puedo darlas por perdidas. Aun así, recuerdo haberme cepillado el pelo, no fuera que se hubieran quedado dormidas entre los rizos. Nada, ni rastro.

Otra cosa. Aquella mañana oí con claridad como el malparido del gnomo revolvía los lápices de mi escritorio me temo lo peor.

Ese personaje irreverente, que disfruta cambiando de sitio las llaves y los objetos pequeños y para colmo de males, hace desaparecer calcetines dejándolos desemparejados, ese, ya secuestró en otra ocasión a una hada.

¡Facineroso de medio pelo! El trabajo que tuve para que la devolviera sana y salva a su jardín encantado. En fin.

A ver. No quiero ponerme en lo peor, ni siquiera sé si las musas mueren como nosotras. En ese caso tengo que empezar a pensar en despedirlas, como es debido. Y otra cosa, espero que renazcan llenas de vida, al lado de alguna creadora en ciernes.

Bueno, eso del funeral, lo dejare para cuando tenga claro si han muerto. Tengo que ser positiva y seguir buscándolas.

Remover toda la casa, ha sido una tarea ingente. Pero he de decir, que aunque temía no dar con ellas, por todos los rincones de mi hogar, he encontrado pistas de su paso por mi vida, entre todos mis recuerdos.

Recuerdo como me parloteaban claramente, todas a la vez, cuando escribí mi primera novela, y cuando nació mi hijo, también nacieron mis cuadernos de cocina.

Para cuando llego la crisis mis musas me dedicaron lo que era un cotorreo constante y todas tiraban de mi cabello para que me animara a soltar la ira que crecía en mi interior y por ello cree mi blog, donde un día tras otro me cogían de la mano en su círculo mágico y dictaban palabras sanadoras para mí y quizás para quien quisiera leerlas.

No me daban descanso y me permitieron soñar que creaba tiernos cuentos infantiles y haikus producidos por el asombro y la emoción que me provoca la naturaleza que me rodea toda esta huella ya un poco empolvada por el paso del tiempo, fue re-descubierta mientras las buscaba a ellas desesperadamente.

Las Musas perdidas cometí la torpeza de creer que eran mías.

No puedo rendirme. Las voy a seguir buscando.

Las Musas que me pellizcaban para que las atendiera cuando era niña, saben, que daré con ellas. Ahora sé que no son mías, pero sé que son traviesas y después de este susto que me han dado al esconderse, están muertas de risa en algún lado.

Apagué la grabadora.

En mi búsqueda de la inspiración, descarté unas vacaciones era tentador, pero, en una playa maravillosa, fue la primera vez donde las musas se alejaron, para ir a jugar a la orilla, en un castillo de arena precioso, construido por un artista conceptual.

Pensé que era más oportuno dejar mi mente libre del estrés y así fue como pase la página en blanco, para que un día volvieran, como por encanto, las traviesas arpías, que me habían dado esquinazo.

@nataliadocampo

 

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About Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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5 Responses to Y Cía… con Natalia Docampo: Sin son

  1. Avatar de marcosangulojavier clamorsegovia dice:

    Ay, las musas…

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  2. Avatar de Natalia Natalia dice:

    … Eso. Las pedidas y siempre deseadas musas.

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  3. MUY BUENO. SIGAMOS BUSCANDO A LAS MUSAS

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