Alea iacta est

¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Cómo? Son preguntas que arrastro desde el principio de mi existencia. Hasta ahora nada ni nadie ha sido capaz de encontrar las respuestas, por lo que debo dar gracias ya que mi supervivencia depende de la solución a estas tres cuestiones que forman parte intrínseca de mi historia. Una historia que podía ser la que está siendo u otra muy diferente ya que el transcurrir de la misma varía en función de las respuestas a las preguntas planteadas y que continúan, momentáneamente, sin solución. Éste “momentáneamente” significa que vivo en el limbo de la inconclusión.

Estar inconclusa trae aparejado, irremediablemente, los puntos suspensivos. ¿Qué hay peor que eso? Verse con puntos suspensivos es formar parte en el peor de los casos de la nada, aunque siendo positivos también es el todo. Debatir entre el todo y la nada conduce a la postre a la imposibilidad de ponerle el punto y final cuando corresponde. ¿Cuándo concierne hacerlo? Es irrelevante por el momento porque lo que de verdad importa es que suceda lo que suceda es imprescindible la existencia de un punto y final.

Un punto y final aclaratorio, resolutivo, de los que dejan huella porque imprimen carácter a todo lo que le ha precedido. La importancia del punto y final es vital, estar sin él supone una sucesión de puntos y aparte constantes, con lo que la indefinición es por la que te conduces.

La indefinición puede parecer intrigante e incluso divertida pero en mi caso es simplemente angustiante. Una angustia que me provoca ansiedad por la inquietud de la espera. Esperar, siempre estoy esperando a que el escritor, mi creador, me añada un párrafo más para poder seguir viva.

¿Seguir con vida a cualquier precio? No, ésa no es la manera. No hay nada peor que un párrafo de relleno, de ésos que solo sirven para distraer y que no llevan a ninguna parte. Son líneas que simulan avanzar pero que tan solo dan un giro de 360 grados.

Los 360 grados no sirven para nada, son los que dejan las cosas tal y como están, con lo que las tres preguntas planteadas continúan ahí sin estar solucionadas después de haber añadido párrafos tan superfluos como prescindibles. ¿Qué sucedería si mi creador optara por el giro de 180 grados?

De decantarse por hacerlo tal y como están las cosas ahora mismo sería una irresponsabilidad por su parte. Me convertiría en una historia vulgar. No, no nací para formar parte de la indiferencia. Ésta desemboca en el olvido. El olvido es peor que la nada.

Mi creador no es partidario de la nada, es escritor, y por la tanto tiende a alejarse de la misma. Para lograrlo utiliza una mezcla de intuición e inteligencia a partes iguales. La primera le dice cuando es el momento oportuno de resolver las cuestiones que tiene pendientes, la segunda cómo hacerlo.

Partiendo de la idea que considero a mi creador un ser cabal con ciertas dosis de coherencia es de suponer que no le hará caso a la intuición si de repente le dijera que ha llegado el momento de ir resolviendo. Hacerlo ahora sería ir con prisas, y acabaría por destrozar su creación, es decir por hacerme añicos a mí, a la que sin lugar a dudas soy su mejor historia.

Quien me está dando forma ha sacado su pluma para seguir dándome vida. Estoy en sus manos y como dijera Julio César al cruzar el Rubicón: alea iacta est.

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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15 respuestas a Alea iacta est

  1. María dijo:

    Se hace el camino al andar

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  2. No sé quién dijo que los puntos (los sucesos vitales) sólo cobran sentido mirando hacia atrás.

    Así que debemos continuar hacia adelante… a ciegas… un poco por intuición.

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  3. Fermín dijo:

    Los puntos suspensivos son tendencia, de hecho, en los grandes almacenes hay hasta una sección que vende numerosos complementos para hacerlos más atractivos, misteriosos, sugerentes o lo que convenga a la ocasión.
    Los puntos y seguido no son sino una estación de tránsito, son los intercambiadores del transporte del lenguaje, útiles desde una óptica pragmática pero sin más historia que la de facilitar el trasiego de aconteceres.
    Otra cosa son los puntos y aparte. Tienen una misión similar a sus primos los «seguidos» pero su misma existencia les hace visibles de lejos y confiere una aparente importancia que no es para tanto. Aunque se lo tienen un poco creído, no erramos al afirmar que los puntos y aparte están sobrevalorados.
    El punto y final es otra cosa, más seria y trascendente, solo hay uno por historia y por vida y, consideraciones filosóficas aparte, marca la inevitabilidad del Final (salvo que seas el universo a un culebrón venezolano).

    Besos.

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  4. Alberto Mrteh dijo:

    Sin embargo a mí me has angustiado con la idea del personaje que sabe que depende del escritor. Prefiero creer que son dueños de su vida.
    Y lo de la intuición/inteligencia me ha encantado.
    La suerte está en tus manos.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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  5. Magnífica entrada.
    «¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Cómo?», tres preguntas que siempre nos hacemos en algún momento de nuestras vidas. Quizás no lleguemos a encontrar las respuestas en el viaje que es la vida en sí -quiero creer que sí-, pero siempre hay que seguir hacia delante.

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  6. Estrella RF dijo:

    Nosotros vamos construyendo nuestra pequeña historia. El punto final llegará, pero antes habremos pasado muchos puntos suspensivos, sin saber como concluir un problema. Y habremos puesto un punto seguido mientras con diferentes acciones intentamos arreglarlo hasta que un punto y aparte nos indica que se acabó esa etapa.
    Y empieza otra parte de la historia, otro lugar, otros personajes, y se repite… a pesar de que intentamos darle la vuelta y romper con todo lo anterior, salvo ese pequeño puente que sirve de unión a la historia.
    Y el punto final llegará, pero mejor no saber cómo ni cuando, dejemos que la historia se vaya escribiendo sola, sin prisa, para que podamos saborearla.

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