A todos nos ha pasado, supongo que a ti también, el tener unos padres que desde que eres niño intentan encaminar tus pasos hacia determinados estudios. Con una madre enfermera y un padre médico estaba clara la profesión que debía elegir, con lo que ellos no contaban es que le tengo cierta manía a todo lo que huela a ciencias, hasta el punto que hasta el día de la fecha no he tenido relación sentimental con nadie ajeno a las letras y eso que el listado de hombres que han pasado por mi cama es más que generoso.
En casa cuando dije que quería estudiar periodismo a poco le ocasiono a mi padre un infarto. Fue mi madre la que medió en plan…
– …deja que lo intente, seguro que en segundo de carrera se cambia a enfermería.
No me cambié. Es más, terminé la carrera y comencé a hacer montones de cursos relacionados con la escritura, porque yo lo que siempre he querido ser es escritora.
A mi padre que me pagaran por relatos en lugar de trabajar en un periódico serio firmando artículos le revolvía el cuerpo. Le parecía que estaba tirando mi tiempo y su dinero. El sueldo que me pagaban daba para mis gastos personales siempre y cuando éstos no fueran desorbitados, pero poder independizarme ni de coña.
Fue entonces cuando entró en juego mi abuela paterna. A ella sí le gustaba lo que escribía. No soportaba que los domingos en su casa a todos se nos atragantara el arroz en paella porque mi padre nos daba la comida con que había invertido su dinero en colegios privados, en veranos en Londres, para que yo estuviera tirando mi vida por el desagüe con la tontería de querer ser escritora. Para que no me enfrentara a diario con mi padre, mi abuela me propuso irme a vivir con ella con la condición que le diera a la tecla a diario. Aceptada su oferta me instalé allí.
En el que había sido el despacho de mi abuelo me encerré a escribir mi primera novela. Se la leía a mi abuela según iba añadiendo capítulos. Una vez terminada me preguntó los pasos que debíamos seguir para verla publicada. Entre las dos enviamos el manuscrito a un listado enorme de editoriales esperando que en alguna la aceptaran. A los dos meses nos contestaron de una editorial diciendo que iban a publicarlo porque se salía de todo lo que hasta el momento habían leído.
Le pedí a mi abuela que no dijera nada a la familia hasta que no tuviéramos un ejemplar en la mano. En cuanto lo tuvimos, se lo lanzó a la cara mi padre mientras éste alababa como de costumbre el arroz del domingo.
Mi padre no dio su brazo a torcer. Lo apartó con gesto de desagrado y siguió comiendo. Terminado el arroz miró a mi abuela y solo le dijo:
-En todas las familias hay garbanzos negros, y tu nieta no podía ser la excepción que confirmase la regla.
Ella ni siquiera le contestó. Yo por supuesto tampoco.
La novela fue un éxito, tanto que salí en los programas de televisión del momento promocionando la misma a cualquier hora del día y de la noche. Mi padre indudablemente conocía de mi pequeño triunfo pero ni siquiera se molestó en darme la enhorabuena.
Mi carrera como escritora fue aumentando con la publicación de diversos libros. Tanto que cuando mi abuela falleció podía permitirme el mantener su casa por mis propios medios. Mi padre se opuso a ello pero, como al resto de mis tíos les molaba tener una sobrina escritora que viviera en la casa familiar, le mandaron a paseo.
Ya viviendo sola en la casa de la abuela he continuado escribiendo y sobre todo viviendo.
Me he visto inmersa en montones de vicisitudes que llamaría ella de ésas que te hacen crecer como persona. Debo reconocer que no siempre he estado rodeada de las mejores compañías, pero sin haberme asomado al borde del precipicio no sería quien soy ni escribiría lo que escribo.
Los escándalos que han salpicado mi vida, debo reconocer que con mayor frecuencia de la que hubiera deseado, lejos de avergonzarme me han enseñado a escribir sobre mujeres de carne y hueso, alejadas de las princesas a las que los compañeros de profesión convierten en heroínas de un mundo tan absurdo como irreal. Este tipo de mujeres nunca serán las protagonistas de mis novelas porque no conocen la verdad que hay más allá de los muros de cristal donde sus padres las mantienen cautivas rodeadas de todo tipo de lujos que les impiden ser ellas.
Las protagonistas de mis novelas son heroínas, cierto, hartas de luchar en las trincheras, enfangadas de barro hasta las cejas. Mujeres que comen con las manos cuando toca, beben a escondidas en la oscuridad para mirar a la cara a los problemas que no saben cómo resolver. Para ellas vivir en los suburbios no implica malvivir, solo ser una más en la jungla del asfalto. Mujeres fuertes, poderosas, con independencia de si son triunfadoras o perdedoras. Mujeres que no gustan en determinados estratos de la sociedad ni cuando son de ficción.
Esta mañana he llamado a mi padre para comunicarle, antes que se enterase por los medios de comunicación o por un vecino o un familiar, que me han concedido uno de los más prestigiosos premios literarios de este país precisamente por eso, por escribir sobre mujeres que nunca se rinden.
Le he invitado a acompañarme a la ceremonia que tendrá lugar en una conocida universidad en unos meses. Su respuesta ha sido:
-Por muchos premios que te den, por muchos libros que vendas no podrás engañar a nadie. No eres más que una bala perdida que me ha defraudado. Para mí no eres nada.
Le he contestado con un:
-Gracias, papá, por ser cómo eres, sin ti no hubiera llegado donde estoy. Recuerda, sobre todo, que te quiero.
Galiana
Me ha encantado, Galiana. Bravo. Aunque en este caso mejor decir «Brava». Feliz día de reyes.
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Espero que hoy tus deseos se hayan visto realizado y hayas tenido o estés teniendo un bonito día. 😘😘😘😘
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UFF El mal entendido orgullo paterno le impide reconocer que se equivocó y corregirse.
Gracias por este regalo.
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Algunos padres no entienden que las hijas no tienen que ser como ellos quieren que sean
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Pingback: Eligiendo profesión – Manuel Aguilar
¡Heavy! Me ha gustado. No hay nada para estimular las espectativas como la oposición de la racionalidad pura. Feliz año.
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Psicología inversa. Feliz 2018.
😘😘 😘 😘
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¡Me ha encantado! Ahí, ahí, dándolo todo. Besazos enormes.
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😘 😘 😘 😘 😘
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¡Fantástico relato!, veo a una mujer, más allá de lo real y/o virtual e imaginario del relato, de Carne y Hueso, muy lejos de princesitas.
¡Chapó! Galiana.
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Muchas gracias, 😘 😘 😘 😘
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Sabes? Eres grande como escritora y algo me hace creer que como persona también.
Luchar por los sueños es algo normal, lograr esos sueños, es algo más difícil, pero a veces se consigue. Hubo una época en que seguir la tradición familiar era algo que se imponía, no que se elegía, cuando alguien se salia de esos rol era mal visto y más cuando dependía del sustento de los padres para sufragarse los estudios, pero hay que luchar por que se quiere, y seguir soñando. Feliz día de reyes.
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Espero que el día de reyes haya sido genial para ti y los tuyos 😘 😘 😘.
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Gracias, escritora Galiana o Galiana escritora. Es un placer leerte
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Es un placer tener personas a tu lado que empiezan siendo lectores
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Enhorabuena por el premio y por tu fuerza, un abrazo!
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😘 😘 😘
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Me encanta el personaje del padre. Estupendo relato.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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Muchas gracias 😋 😋 😋
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¡Me ha gustado mucho! ¡Es un buen relato para explicar que no hay que rendirse!
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Nunca hay que rendirse
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