Carmen Navas Hervás: No llores más

La vida a veces es como un carrusel en el que te subes y no quieres nunca bajar. Cuando llegamos a este mundo, pensamos que nos queda mucho tiempo, que todas las oportunidades están al alcance de nuestra  mano y no nos damos cuenta de lo equivocados que estamos. El tiempo no es nuestro, solo lo tenemos prestado. Siempre he pensado que es algo relativo y que depende de la persona y el momento. A veces pasa tan despacio que nos da la sensación de que se ha detenido y otras veces vuela como si fuera un pájaro libre.

Me llamo María y soy madre soltera. Tuve a mi hijo cuando era casi una niña. El padre era un adolescente que no quiso saber nada del tema y yo me negué a abortar porque tenía y aún hoy tengo, recias convicciones religiosas. Después me di cuenta que fue la mejor decisión que he tomado en toda mi vida. El apoyo de mis padres fue fundamental para enfrentarme al mundo y sacar a mi hijo adelante.

Iván era un niño muy listo y muy tímido y estaba siempre pegado a mis faldas. Todo el mundo pensaba que lo tenía malcriado, que le daba todos los gustos y que estaba consentido. Nunca pensé que esto fuera así. Mi hijo no tenía padre pero yo le entregué mi vida para que no notara esa falta.

Entonces todo se volvió negro y el destino nos separó de forma abrupta y miserable. Mi hijo tenía solo siete años cuando a mi me diagnosticaron una terrible enfermedad.

─Eso no puede ser, yo no puedo marchar todavía ─le dije al médico cuando me comunicó que solo me quedaban unos meses de vida ─no puedo dejar solo a mi niño.

No sirve desear algo para hacer que se convierta en realidad y todo se desarrolló demasiado deprisa. Mis padres se mostraban fuertes e intentaban que la vida siguiera para Iván, como si no pasara nada. Sin embargo, él era un niño muy espabilado y se daba cuenta de que algo no iba bien. Yo pasaba cada vez más tiempo en el hospital  y me sentía cada vez más débil.

Una noche cuando estaba acostandole, me miró a los ojos y me preguntó:

─Mamás, ¿Tú nunca te vas a marchar, verdad?

Se me cayó el alma a los pies ¿Qué podía decirle? No debía engañarle, sin embargo, tampoco quería que sufriera.

─Siempre estaré a tu lado, aunque no me veas, siempre te daré un beso de buenas noches y te desearé felices sueños. Iván, eres lo más importante para mí y aunque el destino nos lleve por caminos diferentes, yo siempre será tu madre y te cobijaré dándote todo mi amor.

Sabía que no entendía bien todas mis palabras, aunque yo necesitaba decirlas y, sobre todo, necesitaba creerlas.

Se durmió como todas las noches, con una sonrisa de ángel en el rostro. Me gustaba contemplarle cuando estaba dormido, podía estar horas enteras al lado de su cama velando sus sueños.

La parca vino a llevarme una mañana de diciembre, dos meses después de tener esta conversación con mi hijo. Me fui en silencio, como si fuera una vela apagada por el viento. Mi alma quedó atrapada en las paredes de la habitación donde dormía mi hijo, en ese cuarto donde todas las noches le había acostado con la ilusión de ver amanecer un nuevo día.

Después mi madre se ocupaba de realizar el rito que antes siempre llevaba a cabo yo: dar las buenas noches a mi niño y desearle felices sueños. Cuando ella se marchaba de la habitación Iván se quedaba llorando en silencio, esperando oír mis palabras, unas palabras que no llegaban, que se habían perdido en el espacio vacío de su cuarto.

Una noche cogió su libro preferido, el que siempre leíamos antes de dormirse y cuando lo hizo, de entre sus páginas, cayó una carta que tomó con asombró entre sus dedos temblorosos.

«Mi querido niño:

Sé que estás enfadado con el mundo y conmigo, porque te dije que no me iba a ir nunca y me he separado de tu lado. Quiero que sepas que aunque no me veas, todas las noches acudo a tu cama para acunarte y darte el beso de buenas noches. Que aunque no pueda tocarte, mi aliento se posa en tu frente y cuida de ti, secando esas lágrimas que derramas sin consuelo. No llores más, mi niño, porque mamá está a tu lado, en cada amanecer, en cada sonrisa de tu abuela, en cada logro diario. No llores más, mi niño, porque Dios me ha convertido en un ángel que velará por ti siempre. Alegra esa cara, sonríe a la vida y cuando quieras estar a mi lado, ven a este cuarto donde se atesoran todos nuestros recuerdos, donde te espero en silencio para darte tu beso de buenas noches.»

Esa noche, Iván soñó conmigo y sonrió como cuando estaba a su lado, agarrado a su muñeco y con mi carta entre los dedos. Y todas las noches, al irse a acostar, le daba un beso a su abuela y me lanzaba otro a mí, sonriendo cuando yo se lo devolvía desde el rincón donde me refugiaba para observarle.

Mi hijo ahora se ha hecho un hombre y ha sido padre y aún me busca en los espacios de su cuarto y sonríe cuando siente la caricia de mi beso en su frente.

 

@mcnavas1

 

 

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About Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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7 Responses to Carmen Navas Hervás: No llores más

  1. No sé si por las fechas, por mi edad, o por la razón que sea….!Me han saltado las lágrimas al leer el relato de hoy!

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    • Avatar de Carmen Navas Carmen Navas dice:

      Es un relato muy especial para mí y creo que todo influye. Lo que tengo claro es que tenemos que aprovechar cada momento porque no sabemos lo que el destino nos tiene preparado. Un beso y feli Año nuevo. 😍😍😍

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  2. Avatar de Carmen Navas Carmen Navas dice:

    Una vez más tengo que agradecer a Galiana por permitir estar en su blog y a los lectores por leer mis humildes relatos. Un beso a todos y feliz año 2018

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  3. Madre mía, me ha hecho llorar. Se me ha encogido el alma
    Es ternura. Es precioso

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    • Avatar de mcnavash67 mcnavash67 dice:

      Muchas gracias Marina, me alegra que te haya gustado. Cuando duermo a mi hijo siempre le doy ese beso de buenas noches, como todas las madres. Un beso y gracias por leer mis relatos.

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